Pertenecer [ Amari x Odagiri ]
Pertenecer
Fanfic de Joker Game
Entrada única
1936/08/06
Al fin Tobisaki Hiroyuki se había graduado de la academia militar, incluso le habían otorgado un puesto de mando gracias a sus méritos: entrenar a nuevos reclutas.
No era lo que él hubiera preferido, pero desde hacía un tiempo suponía que su lugar no estaría en el centro de la batalla. Por algún motivo, la idea de no participar activamente, mientras que formaba a otros para hacerlo, le parecía injusta. Por aquél motivo otros parecían sentir alivio u orgullo, pero él sólo podía sentir una culpa inmensa.
También, un poco de envidia.
Tobisaki fue informado de que debería formar parte del entrenamiento militar en Sapporo durante la próxima temporada.
1936/10/19
Ya no le importaba que su superior le gritase en público, lo amonestase, se enfadase con él o lo que fuera. Si alguno de los reclutas no podía continuar, él mismo se encargaría de detenerlo.
Después de todo, para eso estaba ahí, ¿no?
Para formar soldados, no para matar reclutas.
1937/02/17
—Es tu resumen.
El nuevo tomó el archivo que descansaba sobre el buró. «¿Odagiri?» pensó que era un nombre extraño, aquél escrito en sus nuevos documentos.
—Aquí todo el mundo usa un pseudónimo desde el inicio del entrenamiento —aclaró el coronel.
—Entendido.
La prueba que tomó realmente no fue difícil... en realidad, él esperaba algo diferente.
¿En verdad era algo útil tener buena memoria? Suponía que todos los demás aspirantes también poseían esa cualidad, y probablemente otras más destacables, pero quizás esa era una base sólida sobre la cual se puede aprender y trabajar.
Aunque, nunca nadie había mostrado interés por su memoria antes, ni sus abuelos, ni sus vecinos, ni sus compañeros en la milicia... no, no debía pensar en eso.
De ahora en más, él sería Odagiri.
1937/04/11
Odagiri se estaba desvelando, lo sabía, y sabía que no era algo bueno, pues dentro de unas horas debía estar listo para viajar a las montañas y ubicar el paradero de un prófugo militar. Pero ocurría que, la coartada que utilizaría allí junto a Hatano no lo convencía del todo: parientes lejanos.
¿El director Yuuki realmente había aceptado esa fachada mediocre hurgada desde la mismísima nada por Tazaki? Incluso Sakuma había arrugado la nariz por no reír cuando oyó la idea. Sakuma, quien siempre procura mantenerse cerca del coronel Yuuki, callado y serio. Un buen militar. El mediador militar que menospreciaba a los espías.
—Oye, Oda —escuchó la voz de Hatano a su espalda, no se asustó, ni mostró sorpresa, sólo dio media vuelta para verlo—, no te preocupes mucho por la fachada, ni siquiera tendremos que usarla... seguramente —el más alto aún no sabía porqué el castaño había solicitado compartir habitación con él, pero, en el par de meses que llevaban de conocerse jamás se había retractado, y al morocho no le molestaba su compañía.
—Lo sé, pero-
—Podemos ser una familia —continuó el más bajo, cambiando el tema de repente—, sé que no tienes motivos para creerme aún, pero, incluso si llegaste hace poco, Yuuki piensa que eres apto, y por eso eres uno más de nosotros. Es algo difícil de ver al inicio, pero, ése viejo es una mejor figura paterna que muchos padres —aquello pareció agotar sus palabras.
El ex-militar pensó tres cosas: que quizás oyó algo que no debía, que concordaba enteramente con las palabras del otro aprendiz, y también, que ésa conversación no saldría nunca de su habitación compartida.
—Entiendo —fue la única respuesta que pudo dar.
Se alejó de la ventana y de la luz de luna. Desde su cama, Hatano lo observaba sin parpadear. No lo incomodó e incluso lo imitó; no tenía idea de cuánto tiempo habían pasado mirándose fijamente hasta que a fin se rindieron ante el cansancio. El castaño se durmió con una ligera sonrisa, hasta ése punto pudo observar Odagiri, antes de darse por vencido también. Todo iría bien.
1937/05/14
Odagiri comprendía que el mero hecho de tener profesores dentro de las instalaciones ya era demasiado riesgoso para la organización, pero, continuaba ofuscado con el hecho de que debía tomar el rol de la mujer para el vals (ya que no permitían la entrada a mujeres si no era completamente necesario). Además...
—Vamos, Oda-chan, sólo sigue mis pasos, será fácil, te lo prometo —y además, su compañero resultó ser Amari.
«¿A las mujeres realmente les gusta su porte y actitud?» Odagiri no se sintió del todo incómodo durante el baile, pero asumió que se debía a la concentración extra que ponía en sus tacones (que por suerte no eran tan altos) y al aferrarse a su compañero para no tropezar en un par de ocasiones en lugar de pensar en que su traje no estaba hecho para esos movimientos, tal y como Jitsui se lo había hecho saber a último momento cuando ya no tenía tiempo de cambiarse.
—Guau, eso fue mejor de lo que esperaba —comentó Amari cuando la pieza acabó, mientras el profesor iba indicando correcciones a la pareja de Fukumoto y Hatano; Odagiri ladeó la cabeza.
—¿A qué te refieres?
—No te ofendas, sólo digo que si yo estuviera en tu lugar, mi pareja ya no sentiría los pies —rió el castaño, dejando a Odagiri pensar un momento.
—Serías una compañera divertida —terminó por decir en un susurro, que esperaba el otro no alcanzase a distinguir.
—¿Disculpa?
—No, no, nada. Sólo pensaba que habría sido mejor si hacía pareja con Fukumoto.
—¿Y eso por qué?
—Es que, es raro estar a tu misma altura —confesó, haciendo un paso ruidoso con su tacón derecho.
—Uh, supongo, no me había fijado en eso —sonrió el otro.
—¡Ustedes dos! —el profesor se acercó a ellos— Tienen que moverse con más ligereza, sobre todo tú —apuntó al castaño—, pareciera que quieres imitar un autómata.
Odagiri contuvo la risa bajo una expresión de seriedad, muy al contrario de la carcajada que su compañero soltó sin pena alguna.
1937/05/15
—Oh, taikomochi —silbó Amari cuando vio entrar a su compañero.
El morocho se forzó a no hacer una mueca, después de todo era cierto, de ésa manera estaba vestido; y de todas formas ése atuendo le quedó mejor que el anterior que probaron en él, aunque eso no explicaba el motivo por el cual Amari estaba en esa habitación con él, ni por qué era el único en esa habitación con él.
—Para ahorrarnos tiempo, se adelantaron a explicarnos la situación a nosotros —el castaño interrumpió sus pensamientos—, así que, en resumen, durante las siguientes dos horas yo seré tu cliente —sonrió sin intenciones de explicar más.
Odagiri reparó en las tazas, la tetera, y el abanico que estaban sobre la mesa. Recordaba bien la rutina que vio la semana anterior, pero en aquella demostración la geisha había había actuado como maestra más que como empleada; aún así, sabía que lo primero que debía hacer era cubrir su boca con la manga al tomar asiento junto al otro hombre, su «cliente».
—Ah, casi lo olvido. También seré yo el que califique tu trabajo, O-da-chan —el mencionado casi, casi, deformó su expresión al oír aquello.
El ex-militar respiró hondo y sonrió ligeramente al comenzar con su trabajo.
—Comprendo, maestro, espero que disfrute de ésta velada conmigo.
Amari no contestó, pero continuó observando a su compañero con una sonrisa. Odagiri, como mínimo, estaba seguro de que su maquillaje y atuendo sí eran correctos en esa ocasión; todo lo demás, contaba en su propia habilidad.
1937/06/30
—Tus libros parecen aburridos —fue un comentario salido de la nada, dirigido hacia Odagiri, por la persona que estaba sentada frente a él.
El increpado no se ofendió por las palabras de Jitsui, sabía que el más bajo tenía gustos diferentes, respecto a lo que podían considerar como una «lectura entretenida», aunque...
—Tal vez lo son —dijo más para sí mismo que para su compañero.
Claramente el más bajo no esperaba esa contestación, pues su mirada sobre él se profundizó, quizás aguardaba una continuación, pero Odagiri no tenía más para ofrecer.
—Si quieres —dijo Jitsui después de un rato de silencio—, puedo prestarte uno de los míos.
—Um...
1937/07/19
—Tu n'as pas l'air très heureux —(No te ves muy feliz) Odagiri tardó un poco más de lo necesario en traducir lo que su compañero dijo, y sí, no estaba del todo feliz porque ya debió soportar once horas hablando puramente en alemán.
Como ejercicio, Yuuki les ordenó pasar doce horas conversando con los demás únicamente en el idioma que más le costaba a cada uno. Para Kaminaga era el francés.
—Das ist, weil ich nicht glücklich bin —(Eso es porque no estoy feliz) respondió.
—Ahh. Et pourquoi? —continuó el castaño, Odagiri lo observó molesto un rato, en realidad al hombre no se le daba tan mal el francés, sino que era simplemente mejor con otros lenguajes.
Por otro lado, el morocho sí sufría con pronunciar correctamente cada palabra y pensaba que la amabilidad pintada en la cara de su compañero era realmente una fachada para molestarlo. Simplemente quería hacerlo hablar, porque toda la tarde el ex-militar había estado eludiendo cualquier tipo de conversación con los otros, tan bien como pudo.
—Ich habe Hunger —(Tengo hambre) acabó por contestar y Kaminaga sonrió.
No era bueno hablar sobre emociones ni estados de ánimo, no importaba con quién, dentro de ésas instalaciones; así como lo harían en sus misiones, ellos sólo podían confiar en sí mismos, guardarse a sí mismos debajo de sus fachadas.
—Fukumoto a préparé le dîner, Il m'a dit de te prendre avant qu'il ne fasse froid —(Fukumoto ha preparado la cena, me dijo que te llevara antes de que se enfríe).
—Gut —Odagiri se levantó de su escritorio para acompañar al otro sujeto, ignoró por completo la diminuta risita que oyó al pasar junto a él y ambos se dirigieron a la cafetería.
—They're finally here! —(¡Al fin llegaron!) exclamó Hatano con ansias en cuanto ambos cruzaron por la puerta.
A continuación »
Después de cenar, los hombres decidieron salir a tomar algo y como siempre fueron dividiéndose en el camino hacia ésta o aquella taberna, caminar estando más o menos juntos era común, pero para llegar a beber y posiblemente jugar cartas contra otras personas era mejor que no entrasen más de tres a un mismo local. Se vería sospechoso desde cualquier ángulo, siempre y cuando hubiera alguien (el sujeto de la barra por ejemplo) que tuviera el mínimo interés en prestarle atención a un grupo de hombres que entraron al mismo tiempo a su establecimiento, pero, que no muestran interés alguno en jugar entre ellos.
Al fin y al cabo esa es, dentro de todo, una buena forma de ganar dinero extra. La agencia D. nunca rechaza el dinero extra.
Por suerte, para ése momento el director Yuuki ya había levantado la prohibición de hablar en japonés, aunque a Odagiri el «entrenamiento» no le había ayudado mucho de todas maneras, siendo que se las ingenió para no pronunciar más de cincuenta frases durante el tiempo establecido de cambio de idioma.
De alguna forma, para cuando se percató de ello, el morocho sólo tenía a un compañero restante cerca suyo. Planeaba jugar una partida de póquer normal esa noche mas, al parecer, no sería capaz.
Cuando los dos se ubicaron, tragos ya en mano, en una mesa algo aislada dentro de un modesto bar, Fukumoto dijo algo que Odagiri no se esperaba:
—Podría ayudarte con el alemán —el ex-militar abandonó por el momento la idea de comenzar a tomar, regresando su vaso a la mesa.
Lo meditó un buen rato, su compañero era bueno con las lenguas europeas, pero no quería ser una molestia, además cabía cuestionarse, ¿realmente Fukumoto le haría ése favor sólo porque sí? Seguramente esperaría algo a cambio y Odagiri estaba seguro de que no había nada en lo que pudiera echarle una mano al otro espía.
Quizás sí lo ofrecía sin desear algo de vuelta. Pero no lo entendía. No veía motivos para eso y mucho menos de parte de alguien como Fukumoto, que de entre todos ellos seguramente era el más difícil de leer; bien podría haber sido actor... y quizás lo fuera, o tal vez algo parecido, antes de que el coronel comenzara a reclutar.
Realmente Odagiri no quería sentirse, todavía más, como una molestia.
—No es necesario —terminó respondiendo—, si estoy tan mal como para que ofrezcas eso, tendré que buscar algunos libros —declinó con una pequeña sonrisa.
—Puedo prestarte un par —fue lo que obtuvo de regreso.
Ya no tuvo fuerza de voluntad para negar esa ayuda.
1937/07/28
—Parece que se rindió.
—Una boca menos que alimentar significa más dinero para nosotros.
—Tampoco tienes que decirlo así —Kaminaga chasqueó la lengua.
Amari se limitaba a escuchar la conversación del grupo mientras fumaba frente a la ventana, después de todo, el que se presentaba aquél día, era un muy bonito atardecer. Probablemente aquél tipo que decidió darse por vencido al menos podía disfrutar de la vista desde un lugar mucho mejor.
1937/08/04
—A veces temo volverme alguien como ustedes —comentó Odagiri a la nada, olvidando que justo frente a él se encontraba otra persona.
—Tampoco has bebido tanto, deberías medir tus palabras... o al menos disimular —contestó Miyoshi.
—No quiero —continuó el morocho, provocando una sonrisa en su compañero, aunque la misma apenas duró un instante.
—En serio... a mí tampoco me gustaría que te volvieras como nosotros —la sonrisa volvió a aparecer, pero entonces Odagiri estaba más concentrado en su vaso de licor (ya vacío) que en dirigir su mirada al otro hombre—, las cosas son más divertidas desde que llegaste, así que estás bien de ésta manera. Por ahora, quiero decir.
Odagiri no respondió, se sentía cansado, y no estaba seguro de recordar bien cuál era su litera, ni de si podría llegar a ella sin caerse en el intento.
1937/08/05
—Oye, Hatano —Miyoshi subió a la azotea del edificio, donde encontró a su compañero fumando.
—¿Qué pasa?
—Necesito que me eches una mano con algo, Fukumoto tal vez no regrese ésta noche, ¿cierto?
—Es probable, ¿acaso hay un gato negro en la ventana? —preguntó a modo de broma el más joven.
A Miyoshi no le causó gracia.
A continuación »
Odagiri despertó tarde, con una jaqueca horrenda y... en su cama.
No tenía idea de cómo se las podía haber ingeniado para llegar a la litera superior por sí solo en el estado de embriaguez que (estaba seguro) poseía horas atrás.
Actualmente estaba quedándose en un hotel barato junto con Miyoshi, Hatano y Fukumoto, recopilando información de algunos capitanes, generales, comandantes y coroneles retirados y/o expulsados que se alojaban en la prefectura de Shizuoka.
No recordaba mucho, más allá de haber ganado una partida de Joker Game contra Miyoshi (lo cual, por cierto, es casi un milagro) porque Hatano cambió de bando a mitad del juego y comenzó a señalarle nuevas estrategias mientras fingía repasar la información que llevaban recopilada; previamente, a Miyoshi había estado haciéndole gestos con una taza de café... o algo así.
Decidió que su cabeza daba demasiadas vueltas como para seguir pensando. Por otra parte, no le agradecería a Fukumoto el ayudarlo a subir, porque ahora estaba sintiendo vértigo y tenía miedo de bajar.
1937/12/21
—Vigila a éste hombre —fue lo único que indicó Yuuki antes de entregar los archivos e indicar que se podía retirar.
Odagiri se abstuvo de comentar nada y simplemente salió, llevándose la carpeta con la información del objetivo bajo el brazo.
Luego de leer una vez los papeles tuvo clara su misión: vigilar a Karl Schneider, sospechoso de oficiar como doble agente.
Esa misión tan vagamente detallada (pues las conjeturas presentes eran lo que él debía confirmar o desmentir), seguramente era su prueba final.
¿Debería empezar de inmediato o tomar la situación con calma? Después de todo, sólo debía vigilar si el tipo hacía algo sospechoso, pero no había limites de tiempo que le marcaran cuando empezar ni cuando detenerse.
Pedir consejo a Kaminaga sería muy vergonzoso para él y pedírselo a Fukumoto... simplemente no podía hacer eso, a veces le asustaba lo bueno que era el más alto para guardar apariencias y lo fría que podía llegar a sentirse su mirada desde arriba si fruncía el ceño, aún si lo hacía sólo para pensar en una respuesta; además (lo más importante), en esos momentos se hallaba fuera del país.
Tendría que arreglárselas sólo.
Tampoco sería la primera vez.
1938/02/01
Hatano regresó a su habitación esperando encontrarla vacía, y aprovechar la hora libre que tenía para echar una siesta. Se sorprendió bastante al encontrar a su compañero de cuarto sentado en el marco de la ventana, con la camisa a medio abotonar, el pelo desarreglado y, pese a todo, mirando hacia afuera con mucha tranquilidad.
Eso último, Hatano estaba seguro, era fingido.
—Oye, creí que estarías vigilando al tipo ése, ¿qué haces de vuelta tan pronto? —se ahorró el mencionar la deplorable apariencia del morocho.
—Vigilo al tipo ése —Odagiri hizo un gesto hacia algún lugar de la calle.
—¿Oh? —curioso, el más joven se acercó a mirar.
Schneider se encontraba almorzando con una mujer en un restaurante no muy lejano a la agencia.
—¿Quién es la señorita?
—Una actriz de teatro.
El castaño asintió mudo, no quería molestar a su compañero en medio del trabajo así que decidió regresar a su plan original y lanzarse sobre su cama.
—¿Podrías despertarme antes de irte? —pidió tras quitarse los zapatos—. ¡Gracias! —se apuró a añadir ante la posibilidad de una negativa.
A continuación »
Hatano despertó por sí solo. Por un momento creyó que Odagiri lo había dejado dormir y se había marchado, pero un par de vueltas sobre el colchón le permitieron ver que el morocho estaba dormido en la misma posición en la que lo había visto antes de que él iniciara su siesta.
Preocupado, se acercó al otro espía y lo sacudió un poco, Odagiri apenas reaccionó, pero acabó por despertarse.
—Deberías tomarlo con más calma, será inútil si no consigues estar ahí cuando sea realmente necesario —Hatano se cruzó de brazos—. Una cita no es nada de otro mundo, si sabes que la mujer no tiene malas intenciones, puedes confiar en ella para mantenerlo entretenido... y cauteloso, dependiendo de cómo vayan las cosas entre los dos.
El más alto se limitó a asentir. Había cierta tristeza, o algo así, en su mirada.
1938/03/16
—¿Por qué no lo intentas tú, Odagiri? —el mencionado apartó la vista de su libro y observó lo que ocurría en la mesa ubicada a su derecha.
Amari y Tazaki estaban sentados en ella con varias cartas boca abajo entre los dos y Tazaki lucía demasiado contento mientras que Amari tenía una expresión extraña en su rostro. Fue éste último quien lo llamó.
—¿Te rindes ya? —cuestionó el ilusionista.
—No, sólo cambiaré mi apuesta —respondió el castaño—. Apuesto a que Oda-chan la encontrará.
—¡Vaya! —cuando la atención del otro morocho pasó a estar sobre él, el ex-militar se preocupó.
—¿Disculpa? Yo no he-
—¡Muy bien!, será a un dos de tres —accedió Tazaki, recogiendo los naipes de la mesa.
Aunque incordiado, Odagiri se sentía más curioso que irritado, por lo que tras observar la bien disimulada preocupación de Amari un rato, mientras aguardaba su respuesta, decidió que aceptaría. Contestaría a su sereno grito de auxilio.
—¿Qué es lo que apuestan? —quiso saber.
—Todo lo que Amari lleva perdido. Si ganas, lo devolveré, y si no, será el doble para mí —respondió el mago.
—No pierdes nada —calculó de inmediato el nuevo jugador.
—De hecho sí, serías el primero en destapar mi nuevo truco si consigues ganar y ninguna suma de dinero se compara con ése dolor de saberse descubierto —el antiguo militar se preguntó a la brevedad si esa frase poseía un doble sentido, pero lo dejó pasar y cambió de asiento con el espía castaño mientras el otro barajaba las cartas—. Elige una.
Odagiri observó desde ése instante la sonrisa de Tazaki, era de esas que lo forzaban a cerrar los ojos, así que debía tener mucha confianza en que él no conseguiría ganar. Escogió al azar. El as de corazón.
—Je, te sienta bien —comentó el morocho, devolviendo la carta al mazo.
Efectivamente, no fue tan fácil, principalmente porque siguió la barajada de la misma manera que lo hizo la primera vez y notó que los movimientos fueron mayormente idénticos; excepto por uno que lo distrajo y en ése momento perdió de vista su carta. Apostó a su suerte, pero no le funcionó, levantó el tres de trébol.
Eligió jugar ése mismo naipe en la siguiente ronda pues el ilusionista estaba demasiado encantado con poder seguir practicando como para detenerse; ni siquiera solicitó aumentar el riesgo. Amari estaba sufriendo a su lado, pero no le importaba demasiado, después de todo, la situación actual en que se hallaba era enteramente su propia culpa.
Tazaki, entretanto, continuaba sonriendo.
A continuación »
—Eres mi salvador —repitió Amari por enésima vez.
—Ya lo sé, ya lo dijiste, por favor, para —volvió a pedir Odagiri.
La situación actual no se daba todos los días, siendo que Amari estaba dándole las gracias de rodillas en el suelo mientras él trataba de ignorarlo, tanto al castaño como a Tazaki, que estaba quemándose la cabeza pensando en una modificación para su truco. Fue por suerte la primera vez que lo divisó, pero a la segunda, Odagiri ya lo había aprendido.
El mago, de todas formas, se negaba a dejarlo ir sin primero hallar una nueva tirada «imposible de leer».
Por eso el ex-militar estaba cabeceando sobre su taza de café y quizás lo único que realmente lo mantenía despierto era la voz aliviada de Amari a sus pies. Pero realmente ya quería irse a dormir, así que el ayudar a su compañero no le había traído (al contrario que al castaño) la más mínima satisfacción.
Schneider decidió regresar a su país para visitar a su familia una temporada, pues su madre había enfermado gravemente, así que Odagiri pensó que tendría menos desvelos durante un tiempo.
Lamentablemente, su suposición fue errónea.
1938/05/14
Nogami Yuriko comenzó a acompañar en sus viajes a Karl Schneider desde el día en que la madre de éste último falleció. Se presentaron ocasiones en las que Odagiri fue capaz de tomar los mismos transportes que ellos y de esa manera logró no perderlos de vista, pero realmente era complicado, aún más considerando su corto presupuesto (justo al contrario de su objetivo).
Si le ve el lado bueno, Hatano tenía razón, ya que Yuriko desconocía la identidad de Karl. Éste siempre se mantiene neutral cuando ella estaba alrededor, o cuando pudiera resultar involucrada de cualquier manera. Tras unos meses de verificar ése comportamiento y aunando el hecho de que no provocaba movimientos bruscos por parte de ningún bando, el morocho empezó a considerar la posibilidad de que su «doble agente» fuese uno de muy baja categoría, o quizás incluso sólo un agente intermediario en lugar de un espía activo.
Eso explicaría su neutralidad.
Siguiendo por ése camino, comenzó a sospechar de la «normal» vida de su objetivo.
Las pocas ocasiones en donde podía esbozar un patrón para los movimientos de Schneider lo aterraban, porque siempre incluían a Nogami y los teatros en los que actuaba.
Y eso chocaba rotundamente con su perspectiva inicial.
El día de la fecha decidió asistir a una función, para comprobar sus sospechas de alguna manera.
A continuación »
No notó nada extraño en la obra, así que decidió echar un vistazo detrás de escenas.
A continuación »
No fue complicado meterse tras bambalinas pero tampoco sacó nada en claro.
Hasta que se dirigió a la salida y halló un papel doblado en el piso.
1938/10/12
La pareja volvería a salir del país aquél día.
Hacía tiempo Odagiri confirmó que las estadías en el exterior de Schneider no significaban un peligro para la información japonesa, pues la red de la que era parte se movía precisamente dentro de Japón, nunca ofreciendo mensajes o palabras de más en el exterior.
Así que, mientras esperaba su regreso, él podía volver a la agencia y tomar un descanso después de entregar la nueva información obtenida al coronel.
1938/12/01
—Ah, gracias por los libros, Jitsui —no es que le parecieran interesantes los libros del otro espía, sino que necesitaba leer cosas en otros idiomas de tanto en tanto para no perder las costumbres.
—No es nada, pero dime, ¿tus presas regresarán pronto?
—Estarán de vuelta en Tokio la semana entrante —aunque no le agradaba demasiado la dicción del otro, ya se había acostumbrado.
—Pareces estar cerca de encontrar el final del nudo —Odagiri parpadeó un par de veces, confundido—. Digo, encontrar esa cosa, ése hilo conductor, que te llevará a la verdad.
—¿Eso crees?
—Es un presentimiento, aunque en realidad sería bueno. Estar solo en la biblioteca tanto tiempo es mucho más aburrido de lo que recordaba.
1939/02/22
—Dime, ¿sentiste pena por él cuando se lo dijiste? —curioseó Hatano desde su cama.
—No fue por pena —contestó el morocho sin dudar—, sólo pensé que algo estaba mal y simplemente quise decírselo —esa siempre fue su manera de actuar, realmente, aún si «Odagiri» supuestamente debería haberse mantenido callado, tan sólo fue incapaz de hacerlo.
—...También noté que hiciste algunas señas para él, aunque sabías que no las podría descifrar.
—Lo hice y seguro notaste lo otro también, ¿no es cierto? —Odagiri observó el libro que abandonó sobre su escritorio—. Si hubiese sido una partida normal, lo más probable es que él hubiese ganado.
—¿Eso crees?
—¿Tú no? —al ex-militar le picaba la curiosidad, el cómo sería jugar bajo las mismas condiciones contra el primer teniente Sakuma, ¿quién ganaría de entre ellos dos?
Volvió a mirar el tomo de cubierta roja que pidió prestado al militar y no tuvo ocasión de regresar.
—¿Te gustó el libro? —acabó por preguntar el castaño.
—No —mintió.
—Bueno, puedes devolvérselo cuando quieras, si no lo pidió de regreso, será por algo.
—Sí, lo sé.
Puede ser que el sujeto siempre estuviera a un lado de Yuuki, constantemente mirándolos con mala cara, pero lo cierto es que, por más estúpido que suene, para Odagiri la presencia del militar había constituido un pequeño pero significativo alivio en su rutina de estar constantemente rodeado por... espías, tanto amigos como enemigos.
Al menos, podía afirmar sin lugar a dudas que Sakuma no representaba un peligro para él.
1939/03/25
—Oye —Odagiri escuchó que lo llamaban y dejó de leer por un momento—, ¿te ha gustado el libro? —preguntó Sakuma.
—Sí —respondió con sinceridad el espía, esa era la segunda vez que lo leía— ¿Lo quieres de regreso?
—Oh, ¡no, no!, sólo quería saber si podía dejarlo contigo, no sé si después de mañana vuelva a pisar éste lugar —Odagiri sopesó esa información.
—¿A dónde irás? —decidió preguntar.
—Tengo que revisar una cosa.
—¿Qué es lo que harás?
La sonrisa que Sakuma enseñó en aquél instante provocó que el otro se preocupase, pero juró no mostrarlo. Si lo hacía, quizás diría cosas de más.
—No tengo idea.
«¿Por qué me lo dices a mí?»
—Sea lo que sea, cuídate —no podía siquiera creer que acabara de decir eso.
—Gracias, lo haré.
Entonces el militar se retiró de su habitación, sombrero en mano, y Odagiri se mantuvo estático un largo rato pensando en lo que acababa de hacer. En verdad, él quizás simplemente no era apto, aún si Yuuki lo «aprobó» como tal desde el primer día que se integró a las instalaciones.
—Siempre supe que no estabas hecho para esto —agregó el más bajo con un tono que intentó sonar divertido, aunque falló.
—Todos lo sabían.
—¡Y aún así...! —cuando el castaño paró de hablar, el militar volteó a verlo—. Aún así lo hiciste bien, ¿sabes? —el morocho se mostró sorprendido—. Me refiero, no todos habríamos pensado en las flores, quizás la hubiéramos encontrado con indicios diferentes.
El mayor suspiró, no había motivos para seguir hablando al respecto. Esa había sido una conjetura desesperada que acabó siendo la correcta. Lo cierto es que ya no tenía más idea de por dónde debía «hilar su camino hacia la red».
—Quizás sólo fue suerte —dijo con sinceridad.
Hatano no respondió a eso, pero continuó hablando.
—¿Al menos te quedarás a cenar?
—Si hago eso, perderé mi tren.
A continuación »
En parte, Tobisaki moría por preguntar qué era lo que Hatano y Amari hacían sentados con él en una cafetería próxima a la estación de trenes (pues el suyo había sufrido un pequeño retraso). Por otra parte, ya se imaginaba la razón.
Ellos dos eran de apegarse fácilmente, aún si Hatano no lo quería admitir y por su parte a Amari no lo molestara ése aspecto de sí mismo.
Aún con esas, ellos seguían siendo muy distintos a él. Se distrajo un rato pensando en las diferencias en lugar de prestar atención a la conversación que mantenía el otro par entre sorbos de café, galletas y tarta de chocolate. Cuando volvió a prestarles atención, los dos estaban en silencio, observándolo.
—...Disculpen, me distraje —Amari sonrió, entretanto el más bajo comió otro trozo de su tarta con el ceño fruncido.
—Vamos, no te matará decirlo una vez más —rió el castaño más alto.
—Dije que, si regresas con vida puedes pasar a saludar, Odagiri. Deberías hacerlo.
—Oh, claro, lo haré —respondió con confianza el militar—. Pero, cuando eso suceda, ya no me llames Odagiri.
A continuación »
—¡El tren partirá en cinco minutos! —gritó un maquinista mientras recorría la estación con una campana en la mano.
Había más gente allí de la que Tobisaki esperaba, considerando que ya había anochecido, la siguiente parada era lejana, la última, y se dirigía a un puerto, ¿esas noventa y siete personas (familias inclusive) también se dirigirían a Manchuria?
—Bueno, aquí nos despedimos —dijo Amari.
Hatano decidió quedarse fuera de la estación, fumando.
—Sí —el morocho se dispuso a tomar su equipaje del suelo, pero el castaño lo detuvo, agarrando su mano—. ¿Qué ocurre?
—Quería decirte algo también —zafó su agarre, aunque en el gesto pareció dudar sobre lo que iba a decir, quizás lo estaba repensando—. Nosotros seguiremos con vida, así que esperamos que tú hagas lo mismo.
—¿Era eso? —Amari no respondió ni siquiera con un asentimiento—. Bueno, cuando regrese ya podrás contarme lo que planeabas decir antes y, para que lo sepas —entonces tomó su equipaje sin interrupción—, me llamo Tobisaki Hiroyuki.
A continuación »
Hatano soltó aire, formando una ligera nube de humo frente a su rostro; antes de poder regresar el cigarrillo a sus labios, Amari llegó a su lado y extendió una mano. El más bajo arrugó la nariz y le pasó el cigarrillo que ya tenía encendido y ante la mirada del más alto, aclaró:
—Es el último que tengo.
—Oh, qué generoso —Amari lo decía en serio, pues su compañero no era de compartir mucho las cosas.
—Bah, dime, ¿pudiste decirle lo que querías?
Pacientemente el más bajo aguardó a que Amari acabase de fumar para oír una respuesta.
—No —y antes de que el otro pudiera meterse, continuó—. Pero lo vi en sus ojos, ¿sabes? Ya habrá un momento mejor que éste, más adelante.
Si no hubiese sido porque esa confirmación era un verdadero alivio para él, Hatano se habría enfadado con el otro espía.
—Volvamos, entonces —el más bajo empezó a caminar por su cuenta.
—Sí, vamos a casa nosotros también.
1939/04/30
Tobisaki estaba decidido esa vez, sabía que si planeaba ascender de rango en el ejército no podía evitar matar, pero, se encargaría de que cada vida que tomase fuera únicamente en favor de proteger las de sus camaradas.
Se colocó la gorra y se dirigió a su ronda en la frontera.
1939/10/16
¿Cuándo demonios había comenzado la verdadera guerra exactamente?
¿Por qué no pudieron evitarla?
Tobisaki odiaba sentirse tan desconcertado.
¿Qué era lo que debía hacer ahora?
1945/09/03
Se confirmó la rendición de Japón.
Hiroyuki, obligado a reposar por una herida de bala en su brazo izquierdo, no supo cómo sentirse.
Pronto deberían marcharse de ése lugar. Aunque a esas alturas, no era cómo si algo lo atara a quedarse.
Ya no había nada importante en ése país para él.
Podría regresar a casa cuando su herida sanase.
1948/01/03
«Sociedad Cultural de la Gran Asia Oriental».
—¿Cuál es su nombre?
—Es Tobisaki Hiroyuki —esperó a que la chica lo dejara pasar, pero en lugar de éso entrecerró los ojos y se plantó firme enfrente suyo.
—Aquí nunca trabajó nadie con ése nombre.
—¿Eh? Pero-
—Los tengo memorizados, a todos los empleados y ex-empleados del lugar, antes de que llame a seguridad sería mejor que me diga la verdadera razón por la que está aquí —antes de que Tobisaki pudiera explicarse, otra voz se interpuso gritando.
—¡Oye, Ema!, ¿algún problema ahí abajo? —al hombre le sonó conocido aquél tono.
Tobisaki y la chica, Ema, se miraron fijamente durante un segundo.
—¡Sí! —se apuró a decir el morocho.
—¡No! —negó la chica, medio segundo tarde; aparentemente quería encargarse sola de la situación por lo cual miró con desprecio al hombre antes de pensar algo y abrir por completo la puerta—. Pasa.
Justo cuando Hiroyuki cruzó por el umbral, Hatano llegó al final de la escalera.
—Hola —saludó el primero.
A continuación »
—¡Podrías haber mandado una mísera carta en todo éste tiempo! —no resultaba demasiado sorprendente que tras ofrecerle un abrazo, el castaño decidiera tirarlo al suelo y aplicarle una llave; el mayor lo dejó hacer, pues tenía razón, sí que podía haber escrito algo—. ¡Ni siquiera Sakuma pudo traernos la mínima señal de vida! —continuó con su regaño—. ¡¿Acaso estuviste encerrado en una cueva todo éste tiempo?!
—¿Por qué mencionas a Sakuma? —con esa pregunta, Hatano lo liberó de la llave al instante.
Mientras el espía (suponiendo que aún lo fuera) sopesaba su respuesta, el morocho pudo apreciar que se había cortado un poco el cabello y su rostro había tomado más perfil en esos años de no verlo. La chica le tendió una mano para ayudarlo a ponerse de pie... era más fuerte de lo que parecía. Justo como Hatano.
—Supongo que debemos hablar de algunas cosas —acabó por decir el castaño.
A continuación »
—¿Crees que pueda ver al director hoy?
—Si mal no recuerdo, Kaminaga está fuera ahora mismo, pero debería volver pronto —el castaño se rascó la nuca.
—¿Kaminaga?
—Eh, sí, ocurre que el viejo se fue a una misión con Jitsui y todavía no han vuelto, ni regresarán pronto, así que antes de irse nombró a Kaminaga como líder de la agencia.
—¿En vez de a Miyoshi? —eso era una verdadera sorpresa.
—...Bueno, no podía nombrar a Miyoshi —el tono y su expresión fueron suficiente para que Tobisaki entendiera que algo irremediable había ocurrido, pero cambió su expresión y tono antes de que el otro pensara en alguna condolencia—. De todas formas, ¿cómo has estado, Tobisaki?
A continuación »
—¡Puedes quedarte el tiempo que quieras, Odagiri! —aseguró feliz Kaminaga antes de entrar a su oficina pues parecía muy ocupado con algo y apenas si se detuvo a saludar.
Tobisaki se quedó con las palabras en la boca, quería decirle que no lo llamara así, pero, en realidad no le molestó que lo hiciera.
—Amari aseguraba saber tu nombre real, pero nunca se los dijo ni tampoco a mí —Hatano se paró a su lado con una sonrisa cómplice—. Ema acaba de confirmarme que el idiota no mentía y si no te dejó pasar fue porque no podía creer que fueras tú realmente.
—Ya veo.
—¿Cómo prefieres que te llamen?
El morocho lo pensó bastante.
—Odagiri está bien —debía aceptarlo, era su segundo nombre después de todo.
1948/02/14
Según Tobisaki tenía entendido, Amari regresaría esa tarde... quería verlo, aunque fuera sólo para confirmar que se encontraba bien; según Hatano su misión no era una peligrosa, pero aún con esas.
En el mes que llevaba de regreso en Tokio, Kaminaga se formó el hábito de pasar por su cuarto cada día (pues le habían permitido quedarse en la agencia y, si podía tener una habitación gratis, claro que aceptaba la oferta) a preguntar si ya estaba listo para volver a trabajar con ellos y cada día Odagiri le respondía con un simple «no»; pero aún así, ayudaba a Ema con las compras, la acompañaba al colegio y, si era capaz, también se pasaba por la biblioteca para leer alguno de los viejos libros de Jitsui.
Pero él tenía un trabajo con el que cumplir. Cuando salió del ejército se presentó a trabajar en el campo donde vivía cuando era pequeño, las circunstancias hicieron que acabara transportando materiales tras varios meses y aún después (cuando sus jefes se enteraron de que sabía hablar otros idiomas) fue enviado a distintas ciudades para hablar con posibles grandes compradores.
No fue hasta inicios de aquél año que finalmente fue enviado a Tokio para buscar mejores demandas. Le dieron tres meses para regresar con alguna firma asegurada.
Hiroyuki no pensaba tener razones para dejar aquél empleo en favor de volver a ser un espía, pero cuando el reloj marcó las dos, es cierto que dejó a un lado la tarea de promocionar a su empresa y decidió regresar a la agencia D. pues Amari volvería cerca de las tres.
A continuación »
Fukumoto, Hatano, Ema, Kaminaga y Odagiri estaban jugando al póquer en la cafetería cuando alguien más decidió entrar a la escena.
—¡Vaya, aquí están! —la vestimenta de Amari (porque ése cabello que no se ubicaba no podía pertenecer a nadie más) indicaba que ya había llegado hacía un rato y los demás estaban demasiado concentrados en el juego como para percatarse—. Jo, jo, ¡apuesto por Ema! —la chica sonrió cuando el castaño se acercó a la mesa.
Tras pasa su vista sobre todos, el espía se acercó a dar un beso en la cabeza (y de paso observar sus cartas) a la joven. Acto seguido se dirigió hasta Odagiri y se plantó detrás de su silla.
—¿A quién tenemos aquí? —el espía puso ambas manos sobre los hombros del morocho y se inclinó hacia adelante—. ¡Creo que cambiaré mi apuesta! —Ema arrugó la nariz ante éso pero a Hiroyuki no le importó, se sentía congelado con el rostro del otro sujeto tan cerca del suyo—. Bienvenido de vuelta, Tobi-chan —susurró en su oído.
—Gracias, Amari —se limitó a decir.
A continuación »
Hacía diez años y nueve meses que Odagiri había probado los besos de Amari por primera (y hasta la fecha, única) vez, si su memoria no le fallaba, pero éstos no habían cambiado en absoluto. Eran decididos, fuertes, con sentimiento.
Exactamente igual a como ocurrió la primera vez, Tobisaki no supo cómo sentirse cuando finalmente se separaron. El castaño volvió a acercar sus rostros un momento después, pero se mantuvo a una distancia manejable.
—Lo que había querido decirte antes —nuevamente colocó sus manos sobre los hombros ajenos—, es que te odio por dejarme solo y en ascuas tanto tiempo.
Hiroyuki no pudo evitar reír. Claramente «éso» era lo que quería decir, aún teniendo a Hatano y los demás con él, se llevaran bien o no. El morocho casi no podía creer que el otro todavía no se atreviera a decir aquello, pero lo cierto es que tenía sentido, aún era un espía...
Eso no era completamente malo, después de todo, expresó lo que quería decir con acciones. Sin necesidad de utilizar palabras. El arte del actuación y del engaño, los mensajes ocultos y los secretos, era lo que los caracterizaba.
1936/09/14
Tobisaki fue informado de que debería formar parte del entrenamiento militar en Sapporo durante la próxima temporada.
1936/10/19
Ya no le importaba que su superior le gritase en público, lo amonestase, se enfadase con él o lo que fuera. Si alguno de los reclutas no podía continuar, él mismo se encargaría de detenerlo.
Después de todo, para eso estaba ahí, ¿no?
Para formar soldados, no para matar reclutas.
1937/02/17
—Es tu resumen.
El nuevo tomó el archivo que descansaba sobre el buró. «¿Odagiri?» pensó que era un nombre extraño, aquél escrito en sus nuevos documentos.
—Aquí todo el mundo usa un pseudónimo desde el inicio del entrenamiento —aclaró el coronel.
—Entendido.
La prueba que tomó realmente no fue difícil... en realidad, él esperaba algo diferente.
¿En verdad era algo útil tener buena memoria? Suponía que todos los demás aspirantes también poseían esa cualidad, y probablemente otras más destacables, pero quizás esa era una base sólida sobre la cual se puede aprender y trabajar.
Aunque, nunca nadie había mostrado interés por su memoria antes, ni sus abuelos, ni sus vecinos, ni sus compañeros en la milicia... no, no debía pensar en eso.
De ahora en más, él sería Odagiri.
1937/04/11
Odagiri se estaba desvelando, lo sabía, y sabía que no era algo bueno, pues dentro de unas horas debía estar listo para viajar a las montañas y ubicar el paradero de un prófugo militar. Pero ocurría que, la coartada que utilizaría allí junto a Hatano no lo convencía del todo: parientes lejanos.
¿El director Yuuki realmente había aceptado esa fachada mediocre hurgada desde la mismísima nada por Tazaki? Incluso Sakuma había arrugado la nariz por no reír cuando oyó la idea. Sakuma, quien siempre procura mantenerse cerca del coronel Yuuki, callado y serio. Un buen militar. El mediador militar que menospreciaba a los espías.
—Oye, Oda —escuchó la voz de Hatano a su espalda, no se asustó, ni mostró sorpresa, sólo dio media vuelta para verlo—, no te preocupes mucho por la fachada, ni siquiera tendremos que usarla... seguramente —el más alto aún no sabía porqué el castaño había solicitado compartir habitación con él, pero, en el par de meses que llevaban de conocerse jamás se había retractado, y al morocho no le molestaba su compañía.
—Lo sé, pero-
—Podemos ser una familia —continuó el más bajo, cambiando el tema de repente—, sé que no tienes motivos para creerme aún, pero, incluso si llegaste hace poco, Yuuki piensa que eres apto, y por eso eres uno más de nosotros. Es algo difícil de ver al inicio, pero, ése viejo es una mejor figura paterna que muchos padres —aquello pareció agotar sus palabras.
El ex-militar pensó tres cosas: que quizás oyó algo que no debía, que concordaba enteramente con las palabras del otro aprendiz, y también, que ésa conversación no saldría nunca de su habitación compartida.
—Entiendo —fue la única respuesta que pudo dar.
Se alejó de la ventana y de la luz de luna. Desde su cama, Hatano lo observaba sin parpadear. No lo incomodó e incluso lo imitó; no tenía idea de cuánto tiempo habían pasado mirándose fijamente hasta que a fin se rindieron ante el cansancio. El castaño se durmió con una ligera sonrisa, hasta ése punto pudo observar Odagiri, antes de darse por vencido también. Todo iría bien.
1937/05/14
Odagiri comprendía que el mero hecho de tener profesores dentro de las instalaciones ya era demasiado riesgoso para la organización, pero, continuaba ofuscado con el hecho de que debía tomar el rol de la mujer para el vals (ya que no permitían la entrada a mujeres si no era completamente necesario). Además...
—Vamos, Oda-chan, sólo sigue mis pasos, será fácil, te lo prometo —y además, su compañero resultó ser Amari.
«¿A las mujeres realmente les gusta su porte y actitud?» Odagiri no se sintió del todo incómodo durante el baile, pero asumió que se debía a la concentración extra que ponía en sus tacones (que por suerte no eran tan altos) y al aferrarse a su compañero para no tropezar en un par de ocasiones en lugar de pensar en que su traje no estaba hecho para esos movimientos, tal y como Jitsui se lo había hecho saber a último momento cuando ya no tenía tiempo de cambiarse.
—Guau, eso fue mejor de lo que esperaba —comentó Amari cuando la pieza acabó, mientras el profesor iba indicando correcciones a la pareja de Fukumoto y Hatano; Odagiri ladeó la cabeza.
—¿A qué te refieres?
—No te ofendas, sólo digo que si yo estuviera en tu lugar, mi pareja ya no sentiría los pies —rió el castaño, dejando a Odagiri pensar un momento.
—Serías una compañera divertida —terminó por decir en un susurro, que esperaba el otro no alcanzase a distinguir.
—¿Disculpa?
—No, no, nada. Sólo pensaba que habría sido mejor si hacía pareja con Fukumoto.
—¿Y eso por qué?
—Es que, es raro estar a tu misma altura —confesó, haciendo un paso ruidoso con su tacón derecho.
—Uh, supongo, no me había fijado en eso —sonrió el otro.
—¡Ustedes dos! —el profesor se acercó a ellos— Tienen que moverse con más ligereza, sobre todo tú —apuntó al castaño—, pareciera que quieres imitar un autómata.
Odagiri contuvo la risa bajo una expresión de seriedad, muy al contrario de la carcajada que su compañero soltó sin pena alguna.
1937/05/15
—Oh, taikomochi —silbó Amari cuando vio entrar a su compañero.
El morocho se forzó a no hacer una mueca, después de todo era cierto, de ésa manera estaba vestido; y de todas formas ése atuendo le quedó mejor que el anterior que probaron en él, aunque eso no explicaba el motivo por el cual Amari estaba en esa habitación con él, ni por qué era el único en esa habitación con él.
—Para ahorrarnos tiempo, se adelantaron a explicarnos la situación a nosotros —el castaño interrumpió sus pensamientos—, así que, en resumen, durante las siguientes dos horas yo seré tu cliente —sonrió sin intenciones de explicar más.
Tampoco era necesario. Era una prueba más para instruirlos en roles de incógnito y todos habían estudiado al respecto. Al menos el ex-militar no era tan menudo ni agraciado como Jitsui, al cual directamente hacían pasar por mujer desde el día anterior.
Odagiri reparó en las tazas, la tetera, y el abanico que estaban sobre la mesa. Recordaba bien la rutina que vio la semana anterior, pero en aquella demostración la geisha había había actuado como maestra más que como empleada; aún así, sabía que lo primero que debía hacer era cubrir su boca con la manga al tomar asiento junto al otro hombre, su «cliente».
—Ah, casi lo olvido. También seré yo el que califique tu trabajo, O-da-chan —el mencionado casi, casi, deformó su expresión al oír aquello.
El ex-militar respiró hondo y sonrió ligeramente al comenzar con su trabajo.
—Comprendo, maestro, espero que disfrute de ésta velada conmigo.
Amari no contestó, pero continuó observando a su compañero con una sonrisa. Odagiri, como mínimo, estaba seguro de que su maquillaje y atuendo sí eran correctos en esa ocasión; todo lo demás, contaba en su propia habilidad.
1937/06/30
—Tus libros parecen aburridos —fue un comentario salido de la nada, dirigido hacia Odagiri, por la persona que estaba sentada frente a él.
El increpado no se ofendió por las palabras de Jitsui, sabía que el más bajo tenía gustos diferentes, respecto a lo que podían considerar como una «lectura entretenida», aunque...
—Tal vez lo son —dijo más para sí mismo que para su compañero.
Claramente el más bajo no esperaba esa contestación, pues su mirada sobre él se profundizó, quizás aguardaba una continuación, pero Odagiri no tenía más para ofrecer.
—Si quieres —dijo Jitsui después de un rato de silencio—, puedo prestarte uno de los míos.
—Um...
1937/07/19
—Tu n'as pas l'air très heureux —(No te ves muy feliz) Odagiri tardó un poco más de lo necesario en traducir lo que su compañero dijo, y sí, no estaba del todo feliz porque ya debió soportar once horas hablando puramente en alemán.
Como ejercicio, Yuuki les ordenó pasar doce horas conversando con los demás únicamente en el idioma que más le costaba a cada uno. Para Kaminaga era el francés.
—Das ist, weil ich nicht glücklich bin —(Eso es porque no estoy feliz) respondió.
—Ahh. Et pourquoi? —continuó el castaño, Odagiri lo observó molesto un rato, en realidad al hombre no se le daba tan mal el francés, sino que era simplemente mejor con otros lenguajes.
Por otro lado, el morocho sí sufría con pronunciar correctamente cada palabra y pensaba que la amabilidad pintada en la cara de su compañero era realmente una fachada para molestarlo. Simplemente quería hacerlo hablar, porque toda la tarde el ex-militar había estado eludiendo cualquier tipo de conversación con los otros, tan bien como pudo.
—Ich habe Hunger —(Tengo hambre) acabó por contestar y Kaminaga sonrió.
No era bueno hablar sobre emociones ni estados de ánimo, no importaba con quién, dentro de ésas instalaciones; así como lo harían en sus misiones, ellos sólo podían confiar en sí mismos, guardarse a sí mismos debajo de sus fachadas.
—Fukumoto a préparé le dîner, Il m'a dit de te prendre avant qu'il ne fasse froid —(Fukumoto ha preparado la cena, me dijo que te llevara antes de que se enfríe).
—Gut —Odagiri se levantó de su escritorio para acompañar al otro sujeto, ignoró por completo la diminuta risita que oyó al pasar junto a él y ambos se dirigieron a la cafetería.
—They're finally here! —(¡Al fin llegaron!) exclamó Hatano con ansias en cuanto ambos cruzaron por la puerta.
Fukumoto, cuando era el encargado de la cocina, no los dejaba comenzar a comer mientras no estuviesen todos reunidos. Odagiri pensaba que era «lindo» de algún modo, porque incluso en su viejo pelotón, si te tardabas demasiado en llegar a comer, usualmente ya no quedaba nada más que migajas de pan y agua para escoger.
A continuación »
Después de cenar, los hombres decidieron salir a tomar algo y como siempre fueron dividiéndose en el camino hacia ésta o aquella taberna, caminar estando más o menos juntos era común, pero para llegar a beber y posiblemente jugar cartas contra otras personas era mejor que no entrasen más de tres a un mismo local. Se vería sospechoso desde cualquier ángulo, siempre y cuando hubiera alguien (el sujeto de la barra por ejemplo) que tuviera el mínimo interés en prestarle atención a un grupo de hombres que entraron al mismo tiempo a su establecimiento, pero, que no muestran interés alguno en jugar entre ellos.
Al fin y al cabo esa es, dentro de todo, una buena forma de ganar dinero extra. La agencia D. nunca rechaza el dinero extra.
Por suerte, para ése momento el director Yuuki ya había levantado la prohibición de hablar en japonés, aunque a Odagiri el «entrenamiento» no le había ayudado mucho de todas maneras, siendo que se las ingenió para no pronunciar más de cincuenta frases durante el tiempo establecido de cambio de idioma.
De alguna forma, para cuando se percató de ello, el morocho sólo tenía a un compañero restante cerca suyo. Planeaba jugar una partida de póquer normal esa noche mas, al parecer, no sería capaz.
Cuando los dos se ubicaron, tragos ya en mano, en una mesa algo aislada dentro de un modesto bar, Fukumoto dijo algo que Odagiri no se esperaba:
—Podría ayudarte con el alemán —el ex-militar abandonó por el momento la idea de comenzar a tomar, regresando su vaso a la mesa.
Lo meditó un buen rato, su compañero era bueno con las lenguas europeas, pero no quería ser una molestia, además cabía cuestionarse, ¿realmente Fukumoto le haría ése favor sólo porque sí? Seguramente esperaría algo a cambio y Odagiri estaba seguro de que no había nada en lo que pudiera echarle una mano al otro espía.
Quizás sí lo ofrecía sin desear algo de vuelta. Pero no lo entendía. No veía motivos para eso y mucho menos de parte de alguien como Fukumoto, que de entre todos ellos seguramente era el más difícil de leer; bien podría haber sido actor... y quizás lo fuera, o tal vez algo parecido, antes de que el coronel comenzara a reclutar.
Realmente Odagiri no quería sentirse, todavía más, como una molestia.
—No es necesario —terminó respondiendo—, si estoy tan mal como para que ofrezcas eso, tendré que buscar algunos libros —declinó con una pequeña sonrisa.
—Puedo prestarte un par —fue lo que obtuvo de regreso.
Ya no tuvo fuerza de voluntad para negar esa ayuda.
1937/07/28
—Parece que se rindió.
—Una boca menos que alimentar significa más dinero para nosotros.
—Tampoco tienes que decirlo así —Kaminaga chasqueó la lengua.
Amari se limitaba a escuchar la conversación del grupo mientras fumaba frente a la ventana, después de todo, el que se presentaba aquél día, era un muy bonito atardecer. Probablemente aquél tipo que decidió darse por vencido al menos podía disfrutar de la vista desde un lugar mucho mejor.
1937/08/04
—A veces temo volverme alguien como ustedes —comentó Odagiri a la nada, olvidando que justo frente a él se encontraba otra persona.
—Tampoco has bebido tanto, deberías medir tus palabras... o al menos disimular —contestó Miyoshi.
—No quiero —continuó el morocho, provocando una sonrisa en su compañero, aunque la misma apenas duró un instante.
—En serio... a mí tampoco me gustaría que te volvieras como nosotros —la sonrisa volvió a aparecer, pero entonces Odagiri estaba más concentrado en su vaso de licor (ya vacío) que en dirigir su mirada al otro hombre—, las cosas son más divertidas desde que llegaste, así que estás bien de ésta manera. Por ahora, quiero decir.
Odagiri no respondió, se sentía cansado, y no estaba seguro de recordar bien cuál era su litera, ni de si podría llegar a ella sin caerse en el intento.
1937/08/05
—Oye, Hatano —Miyoshi subió a la azotea del edificio, donde encontró a su compañero fumando.
—¿Qué pasa?
—Necesito que me eches una mano con algo, Fukumoto tal vez no regrese ésta noche, ¿cierto?
—Es probable, ¿acaso hay un gato negro en la ventana? —preguntó a modo de broma el más joven.
A Miyoshi no le causó gracia.
A continuación »
Odagiri despertó tarde, con una jaqueca horrenda y... en su cama.
No tenía idea de cómo se las podía haber ingeniado para llegar a la litera superior por sí solo en el estado de embriaguez que (estaba seguro) poseía horas atrás.
Actualmente estaba quedándose en un hotel barato junto con Miyoshi, Hatano y Fukumoto, recopilando información de algunos capitanes, generales, comandantes y coroneles retirados y/o expulsados que se alojaban en la prefectura de Shizuoka.
No recordaba mucho, más allá de haber ganado una partida de Joker Game contra Miyoshi (lo cual, por cierto, es casi un milagro) porque Hatano cambió de bando a mitad del juego y comenzó a señalarle nuevas estrategias mientras fingía repasar la información que llevaban recopilada; previamente, a Miyoshi había estado haciéndole gestos con una taza de café... o algo así.
Decidió que su cabeza daba demasiadas vueltas como para seguir pensando. Por otra parte, no le agradecería a Fukumoto el ayudarlo a subir, porque ahora estaba sintiendo vértigo y tenía miedo de bajar.
1937/12/21
—Vigila a éste hombre —fue lo único que indicó Yuuki antes de entregar los archivos e indicar que se podía retirar.
Odagiri se abstuvo de comentar nada y simplemente salió, llevándose la carpeta con la información del objetivo bajo el brazo.
Luego de leer una vez los papeles tuvo clara su misión: vigilar a Karl Schneider, sospechoso de oficiar como doble agente.
Esa misión tan vagamente detallada (pues las conjeturas presentes eran lo que él debía confirmar o desmentir), seguramente era su prueba final.
¿Debería empezar de inmediato o tomar la situación con calma? Después de todo, sólo debía vigilar si el tipo hacía algo sospechoso, pero no había limites de tiempo que le marcaran cuando empezar ni cuando detenerse.
Pedir consejo a Kaminaga sería muy vergonzoso para él y pedírselo a Fukumoto... simplemente no podía hacer eso, a veces le asustaba lo bueno que era el más alto para guardar apariencias y lo fría que podía llegar a sentirse su mirada desde arriba si fruncía el ceño, aún si lo hacía sólo para pensar en una respuesta; además (lo más importante), en esos momentos se hallaba fuera del país.
Tendría que arreglárselas sólo.
Tampoco sería la primera vez.
1938/02/01
Hatano regresó a su habitación esperando encontrarla vacía, y aprovechar la hora libre que tenía para echar una siesta. Se sorprendió bastante al encontrar a su compañero de cuarto sentado en el marco de la ventana, con la camisa a medio abotonar, el pelo desarreglado y, pese a todo, mirando hacia afuera con mucha tranquilidad.
Eso último, Hatano estaba seguro, era fingido.
—Oye, creí que estarías vigilando al tipo ése, ¿qué haces de vuelta tan pronto? —se ahorró el mencionar la deplorable apariencia del morocho.
—Vigilo al tipo ése —Odagiri hizo un gesto hacia algún lugar de la calle.
—¿Oh? —curioso, el más joven se acercó a mirar.
Schneider se encontraba almorzando con una mujer en un restaurante no muy lejano a la agencia.
—¿Quién es la señorita?
—Una actriz de teatro.
El castaño asintió mudo, no quería molestar a su compañero en medio del trabajo así que decidió regresar a su plan original y lanzarse sobre su cama.
—¿Podrías despertarme antes de irte? —pidió tras quitarse los zapatos—. ¡Gracias! —se apuró a añadir ante la posibilidad de una negativa.
A continuación »
Hatano despertó por sí solo. Por un momento creyó que Odagiri lo había dejado dormir y se había marchado, pero un par de vueltas sobre el colchón le permitieron ver que el morocho estaba dormido en la misma posición en la que lo había visto antes de que él iniciara su siesta.
Preocupado, se acercó al otro espía y lo sacudió un poco, Odagiri apenas reaccionó, pero acabó por despertarse.
—Deberías tomarlo con más calma, será inútil si no consigues estar ahí cuando sea realmente necesario —Hatano se cruzó de brazos—. Una cita no es nada de otro mundo, si sabes que la mujer no tiene malas intenciones, puedes confiar en ella para mantenerlo entretenido... y cauteloso, dependiendo de cómo vayan las cosas entre los dos.
El más alto se limitó a asentir. Había cierta tristeza, o algo así, en su mirada.
1938/03/16
—¿Por qué no lo intentas tú, Odagiri? —el mencionado apartó la vista de su libro y observó lo que ocurría en la mesa ubicada a su derecha.
Amari y Tazaki estaban sentados en ella con varias cartas boca abajo entre los dos y Tazaki lucía demasiado contento mientras que Amari tenía una expresión extraña en su rostro. Fue éste último quien lo llamó.
—¿Te rindes ya? —cuestionó el ilusionista.
—No, sólo cambiaré mi apuesta —respondió el castaño—. Apuesto a que Oda-chan la encontrará.
—¡Vaya! —cuando la atención del otro morocho pasó a estar sobre él, el ex-militar se preocupó.
—¿Disculpa? Yo no he-
—¡Muy bien!, será a un dos de tres —accedió Tazaki, recogiendo los naipes de la mesa.
Aunque incordiado, Odagiri se sentía más curioso que irritado, por lo que tras observar la bien disimulada preocupación de Amari un rato, mientras aguardaba su respuesta, decidió que aceptaría. Contestaría a su sereno grito de auxilio.
—¿Qué es lo que apuestan? —quiso saber.
—Todo lo que Amari lleva perdido. Si ganas, lo devolveré, y si no, será el doble para mí —respondió el mago.
—No pierdes nada —calculó de inmediato el nuevo jugador.
—De hecho sí, serías el primero en destapar mi nuevo truco si consigues ganar y ninguna suma de dinero se compara con ése dolor de saberse descubierto —el antiguo militar se preguntó a la brevedad si esa frase poseía un doble sentido, pero lo dejó pasar y cambió de asiento con el espía castaño mientras el otro barajaba las cartas—. Elige una.
Odagiri observó desde ése instante la sonrisa de Tazaki, era de esas que lo forzaban a cerrar los ojos, así que debía tener mucha confianza en que él no conseguiría ganar. Escogió al azar. El as de corazón.
—Je, te sienta bien —comentó el morocho, devolviendo la carta al mazo.
Odagiri lo ignoró, centrándose en el movimiento de sus manos mientras mezclaba. No quiso cuestionar nada, pero, encontró la carta con bastante facilidad; aún así, Tazaki lucía igual de confiado que antes y Amari igual de preocupado. Así que el truco aún no había salido a la luz, supuso. Para la próxima escogió el siete de diamante.
Efectivamente, no fue tan fácil, principalmente porque siguió la barajada de la misma manera que lo hizo la primera vez y notó que los movimientos fueron mayormente idénticos; excepto por uno que lo distrajo y en ése momento perdió de vista su carta. Apostó a su suerte, pero no le funcionó, levantó el tres de trébol.
Eligió jugar ése mismo naipe en la siguiente ronda pues el ilusionista estaba demasiado encantado con poder seguir practicando como para detenerse; ni siquiera solicitó aumentar el riesgo. Amari estaba sufriendo a su lado, pero no le importaba demasiado, después de todo, la situación actual en que se hallaba era enteramente su propia culpa.
Tazaki, entretanto, continuaba sonriendo.
A continuación »
—Eres mi salvador —repitió Amari por enésima vez.
—Ya lo sé, ya lo dijiste, por favor, para —volvió a pedir Odagiri.
La situación actual no se daba todos los días, siendo que Amari estaba dándole las gracias de rodillas en el suelo mientras él trataba de ignorarlo, tanto al castaño como a Tazaki, que estaba quemándose la cabeza pensando en una modificación para su truco. Fue por suerte la primera vez que lo divisó, pero a la segunda, Odagiri ya lo había aprendido.
El mago, de todas formas, se negaba a dejarlo ir sin primero hallar una nueva tirada «imposible de leer».
Por eso el ex-militar estaba cabeceando sobre su taza de café y quizás lo único que realmente lo mantenía despierto era la voz aliviada de Amari a sus pies. Pero realmente ya quería irse a dormir, así que el ayudar a su compañero no le había traído (al contrario que al castaño) la más mínima satisfacción.
Schneider decidió regresar a su país para visitar a su familia una temporada, pues su madre había enfermado gravemente, así que Odagiri pensó que tendría menos desvelos durante un tiempo.
Lamentablemente, su suposición fue errónea.
1938/05/14
Nogami Yuriko comenzó a acompañar en sus viajes a Karl Schneider desde el día en que la madre de éste último falleció. Se presentaron ocasiones en las que Odagiri fue capaz de tomar los mismos transportes que ellos y de esa manera logró no perderlos de vista, pero realmente era complicado, aún más considerando su corto presupuesto (justo al contrario de su objetivo).
Si le ve el lado bueno, Hatano tenía razón, ya que Yuriko desconocía la identidad de Karl. Éste siempre se mantiene neutral cuando ella estaba alrededor, o cuando pudiera resultar involucrada de cualquier manera. Tras unos meses de verificar ése comportamiento y aunando el hecho de que no provocaba movimientos bruscos por parte de ningún bando, el morocho empezó a considerar la posibilidad de que su «doble agente» fuese uno de muy baja categoría, o quizás incluso sólo un agente intermediario en lugar de un espía activo.
Eso explicaría su neutralidad.
Siguiendo por ése camino, comenzó a sospechar de la «normal» vida de su objetivo.
Las pocas ocasiones en donde podía esbozar un patrón para los movimientos de Schneider lo aterraban, porque siempre incluían a Nogami y los teatros en los que actuaba.
Y eso chocaba rotundamente con su perspectiva inicial.
El día de la fecha decidió asistir a una función, para comprobar sus sospechas de alguna manera.
A continuación »
No notó nada extraño en la obra, así que decidió echar un vistazo detrás de escenas.
A continuación »
No fue complicado meterse tras bambalinas pero tampoco sacó nada en claro.
Hasta que se dirigió a la salida y halló un papel doblado en el piso.
Primero creyó que una nota de felicitación se habría caído de alguno de los ramos de flores que llegaban para las actrices, pero al levantarlo y leerlo comprobó que no se trataba de éso.
Y aún si era una felicitación, parte de ella estaba cifrada.
Copió el código en su libreta y volvió a dejar la nota de papel en el suelo antes de marcharse con prisa, tuvo verdadera suerte de que nadie hubiera entrado en ése momento, porque la puerta de aquella pasarela no podía ser bloqueada.
Finalmente conseguía algo.
Sólo esperaba que fuera relevante.
1938/06/01
Luego de un par de visitas más a los teatros, finalmente podía confirmar la existencia de una red de inteligencia conectada a Schneider.
El problema actual era que no sabía quienes la conformaban y las notas siempre parecía encontrarlas por casualidad. Algunas estaban cifradas y otras eran mensajes que no comprendía, con detalles aquí y allá. Algunas las encontraba tiradas en el suelo, otras sobre la ropa descartada de los actores... incluyendo la de Yuriko.
Pero estaba seguro de que la actriz no era parte de la red, así que antes de presentar una confirmación clara a su jefe, debía encargarse de las sospechas sobre la mujer y descartar a tantos actores e incluso personal del teatro como pudiese.
Y aún si era una felicitación, parte de ella estaba cifrada.
Copió el código en su libreta y volvió a dejar la nota de papel en el suelo antes de marcharse con prisa, tuvo verdadera suerte de que nadie hubiera entrado en ése momento, porque la puerta de aquella pasarela no podía ser bloqueada.
Finalmente conseguía algo.
Sólo esperaba que fuera relevante.
1938/06/01
Luego de un par de visitas más a los teatros, finalmente podía confirmar la existencia de una red de inteligencia conectada a Schneider.
El problema actual era que no sabía quienes la conformaban y las notas siempre parecía encontrarlas por casualidad. Algunas estaban cifradas y otras eran mensajes que no comprendía, con detalles aquí y allá. Algunas las encontraba tiradas en el suelo, otras sobre la ropa descartada de los actores... incluyendo la de Yuriko.
Pero estaba seguro de que la actriz no era parte de la red, así que antes de presentar una confirmación clara a su jefe, debía encargarse de las sospechas sobre la mujer y descartar a tantos actores e incluso personal del teatro como pudiese.
1938/10/12
La pareja volvería a salir del país aquél día.
Hacía tiempo Odagiri confirmó que las estadías en el exterior de Schneider no significaban un peligro para la información japonesa, pues la red de la que era parte se movía precisamente dentro de Japón, nunca ofreciendo mensajes o palabras de más en el exterior.
Así que, mientras esperaba su regreso, él podía volver a la agencia y tomar un descanso después de entregar la nueva información obtenida al coronel.
1938/12/01
—Ah, gracias por los libros, Jitsui —no es que le parecieran interesantes los libros del otro espía, sino que necesitaba leer cosas en otros idiomas de tanto en tanto para no perder las costumbres.
—No es nada, pero dime, ¿tus presas regresarán pronto?
—Estarán de vuelta en Tokio la semana entrante —aunque no le agradaba demasiado la dicción del otro, ya se había acostumbrado.
—Pareces estar cerca de encontrar el final del nudo —Odagiri parpadeó un par de veces, confundido—. Digo, encontrar esa cosa, ése hilo conductor, que te llevará a la verdad.
—¿Eso crees?
—Es un presentimiento, aunque en realidad sería bueno. Estar solo en la biblioteca tanto tiempo es mucho más aburrido de lo que recordaba.
1939/02/22
—Dime, ¿sentiste pena por él cuando se lo dijiste? —curioseó Hatano desde su cama.
—No fue por pena —contestó el morocho sin dudar—, sólo pensé que algo estaba mal y simplemente quise decírselo —esa siempre fue su manera de actuar, realmente, aún si «Odagiri» supuestamente debería haberse mantenido callado, tan sólo fue incapaz de hacerlo.
—...También noté que hiciste algunas señas para él, aunque sabías que no las podría descifrar.
—Lo hice y seguro notaste lo otro también, ¿no es cierto? —Odagiri observó el libro que abandonó sobre su escritorio—. Si hubiese sido una partida normal, lo más probable es que él hubiese ganado.
—¿Eso crees?
—¿Tú no? —al ex-militar le picaba la curiosidad, el cómo sería jugar bajo las mismas condiciones contra el primer teniente Sakuma, ¿quién ganaría de entre ellos dos?
Volvió a mirar el tomo de cubierta roja que pidió prestado al militar y no tuvo ocasión de regresar.
—¿Te gustó el libro? —acabó por preguntar el castaño.
—No —mintió.
—Bueno, puedes devolvérselo cuando quieras, si no lo pidió de regreso, será por algo.
—Sí, lo sé.
Hatano parecía no pensar nada al respecto, pero, Odagiri estuvo haciendo señas a todos con el libro que el mismo Sakuma le prestó, antes de que se fuese de la habitación, en realidad había querido recordarle que se olvidaba su libro, pero fueron otras palabras las que salieron de su boca y no se arrepentía, aún si el director Yuuki probablemente querría hablar con él a la mañana siguiente para cuestionar su comportamiento.
A continuación »
Cosa que no ocurrió.
El coronel lo llamó, sí, pero fue sólo para pedirle que saliera a comprar más cigarrillos porque en el desvelo de la noche anterior, entre los nueve habían acabado con tantos como fueron capaces.
A Odagiri no le gustaba fumar, pero dentro de la agencia D. se había hecho al hábito y el olor estaba impregnado en casi todos los muebles de aquél edificio, así que realmente le daba igual a esas alturas.
1939/03/25
«¿En verdad lo hará?» se preguntó Odagiri mientras Sakuma desabotonaba su uniforme.
«No lo hagas» pensó cuando el militar tomó su espada.
Se sintió profundamente agradecido (con nadie en particular y con todo el mundo a la vez) cuando su «capitán» bajó el arma y pronunció:
—Back of the imperial portrait —(Detrás del retrato imperial).
El coronel lo llamó, sí, pero fue sólo para pedirle que saliera a comprar más cigarrillos porque en el desvelo de la noche anterior, entre los nueve habían acabado con tantos como fueron capaces.
A Odagiri no le gustaba fumar, pero dentro de la agencia D. se había hecho al hábito y el olor estaba impregnado en casi todos los muebles de aquél edificio, así que realmente le daba igual a esas alturas.
1939/03/25
«¿En verdad lo hará?» se preguntó Odagiri mientras Sakuma desabotonaba su uniforme.
«No lo hagas» pensó cuando el militar tomó su espada.
Se sintió profundamente agradecido (con nadie en particular y con todo el mundo a la vez) cuando su «capitán» bajó el arma y pronunció:
—Back of the imperial portrait —(Detrás del retrato imperial).
Puede ser que el sujeto siempre estuviera a un lado de Yuuki, constantemente mirándolos con mala cara, pero lo cierto es que, por más estúpido que suene, para Odagiri la presencia del militar había constituido un pequeño pero significativo alivio en su rutina de estar constantemente rodeado por... espías, tanto amigos como enemigos.
Al menos, podía afirmar sin lugar a dudas que Sakuma no representaba un peligro para él.
1939/03/25
—Oye —Odagiri escuchó que lo llamaban y dejó de leer por un momento—, ¿te ha gustado el libro? —preguntó Sakuma.
—Sí —respondió con sinceridad el espía, esa era la segunda vez que lo leía— ¿Lo quieres de regreso?
—Oh, ¡no, no!, sólo quería saber si podía dejarlo contigo, no sé si después de mañana vuelva a pisar éste lugar —Odagiri sopesó esa información.
—¿A dónde irás? —decidió preguntar.
—Tengo que revisar una cosa.
—¿Qué es lo que harás?
La sonrisa que Sakuma enseñó en aquél instante provocó que el otro se preocupase, pero juró no mostrarlo. Si lo hacía, quizás diría cosas de más.
—No tengo idea.
«¿Por qué me lo dices a mí?»
—Sea lo que sea, cuídate —no podía siquiera creer que acabara de decir eso.
—Gracias, lo haré.
Entonces el militar se retiró de su habitación, sombrero en mano, y Odagiri se mantuvo estático un largo rato pensando en lo que acababa de hacer. En verdad, él quizás simplemente no era apto, aún si Yuuki lo «aprobó» como tal desde el primer día que se integró a las instalaciones.
La diferencia entre ambos es que Sakuma podía admitirlo sin remordimientos y seguir adelante. Odagiri... él era «Odagiri».
1939/04/09
Era definitivo.
1939/04/09
Era definitivo.
No estaba preparado, no tenía madera para el trabajo y tenía claros esos hechos. Habían matado al objetivo que vigilaba y ninguna excusa ni compresión por parte de nadie podía cambiar lo ocurrido.
Quizás, y sólo quizás, en otra vida sí... o, si no hubiera estado pensando en ver la nueva actuación de Nogami. Si no hubiera pensado que todo iría bien por una pequeña ausencia más.
Realmente, aquél militar que los acompañó en la lejanía hasta hacía poco tiempo sí mostró verdadero potencial. Odagiri se preguntaba como habrían sido las cosas si los roles de ellos dos hubieran sido invertidos, ¿qué habría hecho el otro en su lugar?
Pero no debía indagar en eso. Debía reportar lo ocurrido.
Entró decidido a la oficina de su jefe.
1939/04/11
No esperaba volver a oír su nombre de nacimiento después de tanto tiempo. Incluso si habían pasado apenas un par de años, su tiempo en aquél sitio transcurrió como una eternidad.
Al reverenciar ante el coronel, se sintió bien. Incluso sonrió.
1939/04/12
—Así que ya te vas.
Hatano entró a la habitación mientras Tobisaki abotonaba su camisa, esa ropa probablemente ya le era inútil considerando el lugar al que iba, pero no tenía nada más para ponerse.
—Eso mismo —guardó también el libro de Sakuma en su maleta.
Quizás, y sólo quizás, en otra vida sí... o, si no hubiera estado pensando en ver la nueva actuación de Nogami. Si no hubiera pensado que todo iría bien por una pequeña ausencia más.
Realmente, aquél militar que los acompañó en la lejanía hasta hacía poco tiempo sí mostró verdadero potencial. Odagiri se preguntaba como habrían sido las cosas si los roles de ellos dos hubieran sido invertidos, ¿qué habría hecho el otro en su lugar?
Pero no debía indagar en eso. Debía reportar lo ocurrido.
Entró decidido a la oficina de su jefe.
1939/04/11
No esperaba volver a oír su nombre de nacimiento después de tanto tiempo. Incluso si habían pasado apenas un par de años, su tiempo en aquél sitio transcurrió como una eternidad.
Al reverenciar ante el coronel, se sintió bien. Incluso sonrió.
1939/04/12
—Así que ya te vas.
Hatano entró a la habitación mientras Tobisaki abotonaba su camisa, esa ropa probablemente ya le era inútil considerando el lugar al que iba, pero no tenía nada más para ponerse.
—Eso mismo —guardó también el libro de Sakuma en su maleta.
—Siempre supe que no estabas hecho para esto —agregó el más bajo con un tono que intentó sonar divertido, aunque falló.
—Todos lo sabían.
—¡Y aún así...! —cuando el castaño paró de hablar, el militar volteó a verlo—. Aún así lo hiciste bien, ¿sabes? —el morocho se mostró sorprendido—. Me refiero, no todos habríamos pensado en las flores, quizás la hubiéramos encontrado con indicios diferentes.
El mayor suspiró, no había motivos para seguir hablando al respecto. Esa había sido una conjetura desesperada que acabó siendo la correcta. Lo cierto es que ya no tenía más idea de por dónde debía «hilar su camino hacia la red».
—Quizás sólo fue suerte —dijo con sinceridad.
Hatano no respondió a eso, pero continuó hablando.
—¿Al menos te quedarás a cenar?
—Si hago eso, perderé mi tren.
A continuación »
En parte, Tobisaki moría por preguntar qué era lo que Hatano y Amari hacían sentados con él en una cafetería próxima a la estación de trenes (pues el suyo había sufrido un pequeño retraso). Por otra parte, ya se imaginaba la razón.
Ellos dos eran de apegarse fácilmente, aún si Hatano no lo quería admitir y por su parte a Amari no lo molestara ése aspecto de sí mismo.
Aún con esas, ellos seguían siendo muy distintos a él. Se distrajo un rato pensando en las diferencias en lugar de prestar atención a la conversación que mantenía el otro par entre sorbos de café, galletas y tarta de chocolate. Cuando volvió a prestarles atención, los dos estaban en silencio, observándolo.
—...Disculpen, me distraje —Amari sonrió, entretanto el más bajo comió otro trozo de su tarta con el ceño fruncido.
—Vamos, no te matará decirlo una vez más —rió el castaño más alto.
Hiroyuki se mantuvo expectante y chequeó una vez más que el tren no se encontrara a una distancia visible cuando la voz de Hatano reapareció en un murmullo:
—Dije que, si regresas con vida puedes pasar a saludar, Odagiri. Deberías hacerlo.
—Oh, claro, lo haré —respondió con confianza el militar—. Pero, cuando eso suceda, ya no me llames Odagiri.
A continuación »
—¡El tren partirá en cinco minutos! —gritó un maquinista mientras recorría la estación con una campana en la mano.
Había más gente allí de la que Tobisaki esperaba, considerando que ya había anochecido, la siguiente parada era lejana, la última, y se dirigía a un puerto, ¿esas noventa y siete personas (familias inclusive) también se dirigirían a Manchuria?
—Bueno, aquí nos despedimos —dijo Amari.
Hatano decidió quedarse fuera de la estación, fumando.
—Sí —el morocho se dispuso a tomar su equipaje del suelo, pero el castaño lo detuvo, agarrando su mano—. ¿Qué ocurre?
—Quería decirte algo también —zafó su agarre, aunque en el gesto pareció dudar sobre lo que iba a decir, quizás lo estaba repensando—. Nosotros seguiremos con vida, así que esperamos que tú hagas lo mismo.
—¿Era eso? —Amari no respondió ni siquiera con un asentimiento—. Bueno, cuando regrese ya podrás contarme lo que planeabas decir antes y, para que lo sepas —entonces tomó su equipaje sin interrupción—, me llamo Tobisaki Hiroyuki.
Quizás Hatano ya se lo había hecho saber, pero Amari igual agradeció la confianza que tal revelación cargaba a cuestas y asintió. Se despidió de él por su nombre.
A continuación »
Hatano soltó aire, formando una ligera nube de humo frente a su rostro; antes de poder regresar el cigarrillo a sus labios, Amari llegó a su lado y extendió una mano. El más bajo arrugó la nariz y le pasó el cigarrillo que ya tenía encendido y ante la mirada del más alto, aclaró:
—Es el último que tengo.
—Oh, qué generoso —Amari lo decía en serio, pues su compañero no era de compartir mucho las cosas.
—Bah, dime, ¿pudiste decirle lo que querías?
Pacientemente el más bajo aguardó a que Amari acabase de fumar para oír una respuesta.
—No —y antes de que el otro pudiera meterse, continuó—. Pero lo vi en sus ojos, ¿sabes? Ya habrá un momento mejor que éste, más adelante.
Si no hubiese sido porque esa confirmación era un verdadero alivio para él, Hatano se habría enfadado con el otro espía.
—Volvamos, entonces —el más bajo empezó a caminar por su cuenta.
—Sí, vamos a casa nosotros también.
1939/04/30
Tobisaki estaba decidido esa vez, sabía que si planeaba ascender de rango en el ejército no podía evitar matar, pero, se encargaría de que cada vida que tomase fuera únicamente en favor de proteger las de sus camaradas.
Se colocó la gorra y se dirigió a su ronda en la frontera.
1939/10/16
¿Cuándo demonios había comenzado la verdadera guerra exactamente?
¿Por qué no pudieron evitarla?
Tobisaki odiaba sentirse tan desconcertado.
¿Qué era lo que debía hacer ahora?
El sitio en que estaba, solo como estaba, perdido como estaba... nada de éso era útil. Nada de éso tenía valor. En ése momento pensó que no podía limitarse a ayudar, no podía limitarse a matar, que debía «actuar» como el coronel Yuuki le había dicho, años atrás.
1945/09/03
Se confirmó la rendición de Japón.
Hiroyuki, obligado a reposar por una herida de bala en su brazo izquierdo, no supo cómo sentirse.
Pronto deberían marcharse de ése lugar. Aunque a esas alturas, no era cómo si algo lo atara a quedarse.
Ya no había nada importante en ése país para él.
Podría regresar a casa cuando su herida sanase.
1948/01/03
«Sociedad Cultural de la Gran Asia Oriental».
El cartel parecía estar más borroso desde la última vez que estuvo allí. En serio debían buscarse una forma estable y creíble de agrandar el presupuesto. Hiroyuki suspiró y decidió no pensarlo mucho; tocó a la puerta un par de veces.
Tras aguardar unos segundos, la puerta se abrió. Tobisaki esperaba muchas cosas, pero que una niña (más bien adolescente) de rasgos extranjeros fuera la primera persona que veía, lo desconcertó un poco. La chica también parecía haber estado esperando encontrarse a alguien más al abrir, pero se recompuso rápidamente y sonrió.
—Buen día, señor, ¿tiene una cita programada?, ¿o desea programarla?
—Oh, no, de hecho, yo antes trabajaba aquí —quiso explicar a tientas, sin saber cuánto tenía permitido decir, para ver la reacción de su receptora—. Sólo pasaba a saludar —la chica dudó.
Tras aguardar unos segundos, la puerta se abrió. Tobisaki esperaba muchas cosas, pero que una niña (más bien adolescente) de rasgos extranjeros fuera la primera persona que veía, lo desconcertó un poco. La chica también parecía haber estado esperando encontrarse a alguien más al abrir, pero se recompuso rápidamente y sonrió.
—Buen día, señor, ¿tiene una cita programada?, ¿o desea programarla?
—Oh, no, de hecho, yo antes trabajaba aquí —quiso explicar a tientas, sin saber cuánto tenía permitido decir, para ver la reacción de su receptora—. Sólo pasaba a saludar —la chica dudó.
—¿Cuál es su nombre?
—Es Tobisaki Hiroyuki —esperó a que la chica lo dejara pasar, pero en lugar de éso entrecerró los ojos y se plantó firme enfrente suyo.
—Aquí nunca trabajó nadie con ése nombre.
—¿Eh? Pero-
—Los tengo memorizados, a todos los empleados y ex-empleados del lugar, antes de que llame a seguridad sería mejor que me diga la verdadera razón por la que está aquí —antes de que Tobisaki pudiera explicarse, otra voz se interpuso gritando.
—¡Oye, Ema!, ¿algún problema ahí abajo? —al hombre le sonó conocido aquél tono.
Tobisaki y la chica, Ema, se miraron fijamente durante un segundo.
—¡Sí! —se apuró a decir el morocho.
—¡No! —negó la chica, medio segundo tarde; aparentemente quería encargarse sola de la situación por lo cual miró con desprecio al hombre antes de pensar algo y abrir por completo la puerta—. Pasa.
Justo cuando Hiroyuki cruzó por el umbral, Hatano llegó al final de la escalera.
—Hola —saludó el primero.
A continuación »
—¡Podrías haber mandado una mísera carta en todo éste tiempo! —no resultaba demasiado sorprendente que tras ofrecerle un abrazo, el castaño decidiera tirarlo al suelo y aplicarle una llave; el mayor lo dejó hacer, pues tenía razón, sí que podía haber escrito algo—. ¡Ni siquiera Sakuma pudo traernos la mínima señal de vida! —continuó con su regaño—. ¡¿Acaso estuviste encerrado en una cueva todo éste tiempo?!
—¿Por qué mencionas a Sakuma? —con esa pregunta, Hatano lo liberó de la llave al instante.
Mientras el espía (suponiendo que aún lo fuera) sopesaba su respuesta, el morocho pudo apreciar que se había cortado un poco el cabello y su rostro había tomado más perfil en esos años de no verlo. La chica le tendió una mano para ayudarlo a ponerse de pie... era más fuerte de lo que parecía. Justo como Hatano.
—Supongo que debemos hablar de algunas cosas —acabó por decir el castaño.
A continuación »
—¿Crees que pueda ver al director hoy?
—Si mal no recuerdo, Kaminaga está fuera ahora mismo, pero debería volver pronto —el castaño se rascó la nuca.
—¿Kaminaga?
—Eh, sí, ocurre que el viejo se fue a una misión con Jitsui y todavía no han vuelto, ni regresarán pronto, así que antes de irse nombró a Kaminaga como líder de la agencia.
—¿En vez de a Miyoshi? —eso era una verdadera sorpresa.
—...Bueno, no podía nombrar a Miyoshi —el tono y su expresión fueron suficiente para que Tobisaki entendiera que algo irremediable había ocurrido, pero cambió su expresión y tono antes de que el otro pensara en alguna condolencia—. De todas formas, ¿cómo has estado, Tobisaki?
A continuación »
—¡Puedes quedarte el tiempo que quieras, Odagiri! —aseguró feliz Kaminaga antes de entrar a su oficina pues parecía muy ocupado con algo y apenas si se detuvo a saludar.
Tobisaki se quedó con las palabras en la boca, quería decirle que no lo llamara así, pero, en realidad no le molestó que lo hiciera.
—Amari aseguraba saber tu nombre real, pero nunca se los dijo ni tampoco a mí —Hatano se paró a su lado con una sonrisa cómplice—. Ema acaba de confirmarme que el idiota no mentía y si no te dejó pasar fue porque no podía creer que fueras tú realmente.
—Ya veo.
—¿Cómo prefieres que te llamen?
El morocho lo pensó bastante.
—Odagiri está bien —debía aceptarlo, era su segundo nombre después de todo.
Su segundo nombre era más que perfecto para su segundo hogar.
1948/02/14
Según Tobisaki tenía entendido, Amari regresaría esa tarde... quería verlo, aunque fuera sólo para confirmar que se encontraba bien; según Hatano su misión no era una peligrosa, pero aún con esas.
En el mes que llevaba de regreso en Tokio, Kaminaga se formó el hábito de pasar por su cuarto cada día (pues le habían permitido quedarse en la agencia y, si podía tener una habitación gratis, claro que aceptaba la oferta) a preguntar si ya estaba listo para volver a trabajar con ellos y cada día Odagiri le respondía con un simple «no»; pero aún así, ayudaba a Ema con las compras, la acompañaba al colegio y, si era capaz, también se pasaba por la biblioteca para leer alguno de los viejos libros de Jitsui.
Pero él tenía un trabajo con el que cumplir. Cuando salió del ejército se presentó a trabajar en el campo donde vivía cuando era pequeño, las circunstancias hicieron que acabara transportando materiales tras varios meses y aún después (cuando sus jefes se enteraron de que sabía hablar otros idiomas) fue enviado a distintas ciudades para hablar con posibles grandes compradores.
No fue hasta inicios de aquél año que finalmente fue enviado a Tokio para buscar mejores demandas. Le dieron tres meses para regresar con alguna firma asegurada.
Hiroyuki no pensaba tener razones para dejar aquél empleo en favor de volver a ser un espía, pero cuando el reloj marcó las dos, es cierto que dejó a un lado la tarea de promocionar a su empresa y decidió regresar a la agencia D. pues Amari volvería cerca de las tres.
A continuación »
Fukumoto, Hatano, Ema, Kaminaga y Odagiri estaban jugando al póquer en la cafetería cuando alguien más decidió entrar a la escena.
—¡Vaya, aquí están! —la vestimenta de Amari (porque ése cabello que no se ubicaba no podía pertenecer a nadie más) indicaba que ya había llegado hacía un rato y los demás estaban demasiado concentrados en el juego como para percatarse—. Jo, jo, ¡apuesto por Ema! —la chica sonrió cuando el castaño se acercó a la mesa.
Tras pasa su vista sobre todos, el espía se acercó a dar un beso en la cabeza (y de paso observar sus cartas) a la joven. Acto seguido se dirigió hasta Odagiri y se plantó detrás de su silla.
—¿A quién tenemos aquí? —el espía puso ambas manos sobre los hombros del morocho y se inclinó hacia adelante—. ¡Creo que cambiaré mi apuesta! —Ema arrugó la nariz ante éso pero a Hiroyuki no le importó, se sentía congelado con el rostro del otro sujeto tan cerca del suyo—. Bienvenido de vuelta, Tobi-chan —susurró en su oído.
Tobisaki giró el rostro para ver la expresión alegre de su antiguo compañero y decidió no mostrarse irritado ni sorprendido, manteniendo su cara de póquer.
—Gracias, Amari —se limitó a decir.
A continuación »
Hacía diez años y nueve meses que Odagiri había probado los besos de Amari por primera (y hasta la fecha, única) vez, si su memoria no le fallaba, pero éstos no habían cambiado en absoluto. Eran decididos, fuertes, con sentimiento.
Exactamente igual a como ocurrió la primera vez, Tobisaki no supo cómo sentirse cuando finalmente se separaron. El castaño volvió a acercar sus rostros un momento después, pero se mantuvo a una distancia manejable.
—Lo que había querido decirte antes —nuevamente colocó sus manos sobre los hombros ajenos—, es que te odio por dejarme solo y en ascuas tanto tiempo.
Hiroyuki no pudo evitar reír. Claramente «éso» era lo que quería decir, aún teniendo a Hatano y los demás con él, se llevaran bien o no. El morocho casi no podía creer que el otro todavía no se atreviera a decir aquello, pero lo cierto es que tenía sentido, aún era un espía...
Eso no era completamente malo, después de todo, expresó lo que quería decir con acciones. Sin necesidad de utilizar palabras. El arte del actuación y del engaño, los mensajes ocultos y los secretos, era lo que los caracterizaba.
Para indicar que había recibido el mensaje correcto, Odagiri tomó la mano más próxima de su compañero y entrelazó sus dedos antes de abrir la puerta tras de sí para llevarlos a ambos al interior de su habitación.
1948/02/15
Tobisaki comenzó a considerar el aceptar la recurrente oferta de Kaminaga.
1948/02/15
Tobisaki comenzó a considerar el aceptar la recurrente oferta de Kaminaga.
pertenecer
(Posteado originalmente en Wattpad)
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