French Suite No.3 [ Radamantis x Pandora ]

French Suite No.3

Fanfic de Saint Seiya, Los Caballeros del Zodiaco, UA

Entrada 煤nica


    Radamantis cre铆a que hab铆an tres cosas sagradas en la vida. La primera era su jefe; Hades. La segunda era la fuerza (para las peleas). La tercera era Pandora.

Pandora ocupaba el tercer puesto y no el primero solo porque Radamantis no se atrev铆a a adorarla m谩s de lo que ya lo hac铆a. 脡l era la mano derecha del jefe, aqu茅l que siempre est谩 dispuesto para actuar en nombre del l铆der sin importar qu茅; ella era la mano izquierda, siempre al lado del se帽or como si fuera su sombra, la persona en quien Hades m谩s conf铆a y de quien menos se sab铆a fuera de la organizaci贸n. A veces, Radamantis hasta la envidiaba.

Mas Pandora, tan altiva e intimidante cuando se hallaba de pie junto al jefe, pod铆a tambi茅n dar vida a hermosas canciones con el harpa que Fara贸n le ense帽贸 a tocar, e iluminar el d铆a m谩s gris de Radamantis con una simple sonrisa honesta.

Tal vez era natural que los dos asistentes directos del jefe conviviesen m谩s entre ellos que con cualquier otro; resultaba predecible que al pasar tanto tiempo juntos se acostumbraran al otro, a la cercan铆a, a la voz, a la rutina. Antes de darse cuenta, uno invit贸 al otro a su habitaci贸n para descansar, a pesar de que las rec谩maras de ambos se hallaran una frente a la otra as铆 que el camino era el mismo. Tal vez por eso nadie sospechaba; porque las muestras de afecto entre ellos siempre se daban a puerta cerrada en alguna de sus habitaciones.

Radamantis nunca se permit铆a dar el primer paso, nunca tomaba la iniciativa en un primer momento porque tem铆a ser muy brusco, lucir demasiado desesperado, parecer enamorado de m谩s. Tampoco quer铆a arruinar con su 铆mpetu el ritmo que el tocadiscos de estilo retro en la habitaci贸n de la mujer marcaba, un cl谩sico de comp谩s templado que parec铆a acompa帽ar cada paso y movimiento de Pandora mientras tomaba asiento para quitarse los zapatos de tac贸n con una expresi贸n de alivio.

Radamantis observ贸 c贸mo los delicados pies se estremec铆an en un estiramiento ante su liberaci贸n.

—Debe ser molesto —coment贸 el var贸n antes de darse cuenta.

Pandora apenas frunci贸 el ce帽o y neg贸 con una sonrisa casi indistinguible.

—M谩s molesto ser铆a tener que alzar el rostro cada vez que debo hablar con ustedes… ¿Qui茅n los mand贸 a ser tan altos? —cuestion贸 sin rencor alguno en la voz.

Radamantis baj贸 la mirada sintiendo un ajeno calor en sus orejas, sus zapatos de charol tambi茅n ten铆an tacos, aunque mucho m谩s simples y finos. Pandora no era una mujer peque帽a, quiz谩s tirando a delgada, pero no bajita; mas detestaba que la mirasen por encima, pues el 煤nico hombre con derecho a hacer tal cosa, deb铆a de ser Hades. Radamantis casi resping贸 en su sitio cuando una mano con las u帽as esmaltadas en negro entr贸 en su campo de visi贸n hasta descansar sobre su hombro, y se anim贸 a encarar a Pandora nuevamente, apenas una cabeza por debajo de la suya. En alg煤n momento hab铆a desecho la coleta que manten铆a su cabello atado en lo alto de su coronilla y los cabellos negros ondeaban libremente tras su espalda gracias a la brisa que se colaba por la ventana.

—Lo siento —farfull贸 el hombre a煤n sosteniendo la mirada de su compa帽era. Coloc贸 sus manos sobre la cintura ajena y disfrut贸 de la risa de la mujer que se abrazaba a su cuello con cuidado.

—A ti te lo perdono —brome贸 ella en un murmullo antes de callar y alzar las puntas de sus pies mientras ejerc铆a presi贸n sobre el cuello del var贸n. Una ligera se帽al que anim贸 a Radamantis a moverse una vez m谩s y atrapar al vuelo los labios protegidos con b谩lsamo de manzana.

Una vez m谩s, con la inseguridad de ir contra su propia voluntad, Radamantis se adelant贸 al ritmo de la m煤sica que sum铆a al cuarto en un lento vals g茅lido y, con unas prisas que no cre铆a estar conteniendo, se dirigi贸 a s铆 mismo y a su compa帽era a la cama de 茅sta 煤ltima; ella se dej贸 llevar y cay贸 con toda la gracia posible sobre las s谩banas oscuras; los resortes del colch贸n hicieron que botase un par de veces debajo del hombre. Tal vez fuera muy impaciente.

Pandora solo acarici贸 su mejilla izquierda con cari帽o, como si intentase tranquilizar a un ni帽o, o quiz谩s felicitarlo —ego铆stamente, 茅l prefer铆a la segunda opci贸n—. Radamantis hundi贸 su rostro contra aquella mano c谩lida y levant贸 paciente la falda del vestido de la mujer para no arruinarla al acomodarse entre sus piernas; la subi贸 solo hasta descubrir la mitad de sus muslos.

El hombre apenas se levant贸 para quitarse los zapatos forcejando con sus pies y, al punto, desabrochar la hebilla de su cintur贸n. Pronto regres贸 a ella.

Pandora no apartaba la mirada de sus acciones. Radamantis hundi贸 su rostro en el cuello de la dama y percibi贸 su perfume —dulce y 谩cido a la vez—, desde la clav铆cula hacia el final de las costillas el var贸n fue besando cada cent铆metro mientras sent铆a los muslos temblorosos entre sus manos; su propia respiraci贸n se agitaba junto a la de ella.

Radamantis se irgui贸 y llev贸 ambas manos al el谩stico de las bragas negras —que combinaban tanto con el sost茅n como con el vestido— pensando en retirarlas lo m谩s pronto posible, cuando algo lo detuvo. Una interrupci贸n en el ritmo ajena a 茅l mismo corrompi贸 la paz; el tono de llamada del tel茅fono de Pandora. Ella presion贸 los dientes ahogando una exhalaci贸n y entrecerr贸 los ojos, enjaulada entre los brazos de 茅l.

Radamantis cerr贸 los ojos para calmarse antes de tomar el dispositivo de la mesita de luz. Como era de esperar, el nombre de Hades iluminaba la peque帽a pantalla. Entreg贸 el tel茅fono a su due帽a aunque no se apart贸 del espacio entre sus piernas. «Gracias» musit贸 Pandora tras apresurarse a aceptar la llamada.

—Mi se帽or… —su voz regres贸 a la formal frialdad de siempre.

Radamantis descans贸 su cabeza de lado sobre el est贸mago de Pandora, apenas prestando atenci贸n a la conversaci贸n que de cualquier modo solo pod铆a o铆r a medias. El rubio se distrajo delineando las curvas de su compa帽era; desde la rodilla subi贸 hacia la cintura, fascinado y expectante por volver a explorar una tierra prometida que solo permit铆a su habitar.

—El martes a las ocho… S铆, con la se帽orita Saori y el joven Shun…

Radamantis jugueteaba con el fino bello sobre la rodilla izquierda de Pandora, cosa que quiz谩s la molest贸 o quiz谩s la hizo pensar que el hombre estaba exigiendo su atenci贸n de regreso; no obtuvo tal atenci贸n, mas la mujer baj贸 su mano libre y atrap贸 la del rubio, acariciando sus nudillos con cuidado aunque sin siquiera mirarlo. Para ella tambi茅n, Hades deb铆a ocupar un puesto primordial al de Radamantis en importancia.

¿Qu茅 sentido ten铆a envidiarlo? El rubio pod铆a afirmar objetivamente que ninguno y, a煤n as铆, tampoco pod铆a sepultar los celos que le sub铆an por la espalda al pensarlo.

—De acuerdo, lo revisar茅. Que descanse.

Aunque se despidiera primero, ella no cort贸 la llamada, sino que esper贸 a que Hades lo hiciera para bajar el tel茅fono con un suspiro.

La mirada cansada de Pandora se fij贸 en aquella irritada de Radamantis y la mujer sonri贸 nuevamente, como si supiera exactamente lo que pasaba por la cabeza de su compa帽ero. Tal vez lo hac铆a. Ella alz贸 la mano que aprisionaba a la de 茅l hacia su rostro y bes贸 los nudillos callosos por culpa de las luchas.

Radamantis se impuls贸 hacia all铆 mismo y ocup贸 los labios ajenos con los propios.

El var贸n sinti贸 una traicionera sonrisa en su rostro cuando escuch贸 las risas contenidas de la mujer y decidi贸 que era buena hora para liberarla un poco m谩s, f铆sicamente. Tom贸 a Pandora entre brazos y la peg贸 contra s铆 mismo mientras su diestra buscaba el cursor de la cremallera de aqu茅l precioso vestido; ella lo asisti贸 manteniendo parte de su peso sobre la mano que presionaba la almohada, entretanto depositaba besos de mariposa al ras de la mand铆bula de Radamantis.

Todo volv铆a a ir bien; el ritmo retomado; los pensamientos de 茅l solo sobre ella y los de ella solo sobre 茅l. Sus respiraciones pesadas parec铆an bailar al ritmo del blues que inundaba el cuarto.

Y entonces una sensaci贸n, m谩s que un sonido, irrumpi贸 el ambiente una vez m谩s.

Radamantis gru帽贸 cuando sinti贸 su tel茅fono vibrar en su bolsillo trasero, justo por debajo de una de las manos de Pandora, quien arque贸 una perfilada ceja preguntando «¿Contestar谩s?» sin siquiera abrir la boca.

Con pena —presuponiendo qui茅n era el emisor de la llamada— Radamantis devolvi贸 a su compa帽era a la cama y se apart贸 de ella con un veloz beso en la mejilla.

El hombre no era capaz de prestar atenci贸n a Hades si ten铆a enfrente a Pandora, as铆 que se baj贸 de la cama y acept贸 la llamada mientras se dirig铆a al ordenado escritorio en la pared opuesta. De manera inconsciente, y siendo que no era una agenda viviente como la dama, tom贸 un l谩piz del bote y una de las hojas de un bloque sin percatarse de, antes, pedir permiso.

—¿Mi se帽or? —el leal hombre trat贸 de concentrarse en su deber una vez m谩s.


    Pandora observ贸 a su pareja —defin铆a a Radamantis de aqu茅l modo incluso fuera del 谩mbito sentimental— alejarse, y llev贸 el dorso de su mano derecha a la frente. El var贸n era rid铆culamente atractivo, a pesar de que la mayor铆a de la gente no parec铆a ser capaz de apartar su atenci贸n de su ceja, en singular, pues tambi茅n crec铆an alborotados pelitos rubios encima del puente de su nariz que un铆an ambos arcos. Pandora a veces ten铆a que concentrarse en esa singular ceja para no bajar su vista a los fuertes brazos, las piernas tonificadas, o, pensar inapropiadamente sobre su compa帽ero en medio del trabajo en general.

Ella no era una ni帽a que se ruborizaba ante el m铆nimo cruce de miradas con el chico que le gustaba, pues Hades jam谩s necesit贸 que una ni帽a as铆 de pat茅tica cuidase de 茅l. O, al menos, eso se repet铆a cada vez que estaba junto a Radamantis en p煤blico, para lograr mantener una expresi贸n y una postura impasibles.

Aunque se hallasen en oto帽o, Pandora sent铆a tanto calor alrededor de su pareja que cre铆a vivir en medio de un eterno verano, como si 茅l fuese un sol disfrazado en el cuerpo de un ser humano. A veces ten铆a miedo de quemarse con 茅l, pero mentir铆a si dijese que no necesitaba de su luz, ahora que tan acostumbrada estaba a ella.

Sobre-escuchando la conversaci贸n de Radamantis supuso que no terminar铆a pronto y decidi贸 incorporarse sobre el colch贸n para terminar de quitarse el vestido, al menos as铆 les ahorrar铆a parte del tiempo que estaban perdiendo. Dej贸 su sost茅n y bragas puestas porque sab铆a que a su compa帽ero le gustaba quitarlos 茅l mismo. Radamantis continuaba escribiendo lo que fuera que Hades le estaba pidiendo; aqu茅l tambi茅n era un rasgo entra帽able, pues una vez se escribi贸 con un marcador indeleble en la cara interna del antebrazo para no olvidar el horario de una reuni贸n y 茅ste lo(s) acompa帽贸 durante una semana entera.

El suyo era un hombre condenadamente entra帽able.

¿Qu茅 m谩s pod铆a hacer ella mientras tanto?

Ah, s铆. Los preservativos, guardados al fondo en el caj贸n medio de su mesita de luz.

La mujer se dej贸 vencer por la gravedad una vez m谩s tras atrapar uno de los sobres de pl谩stico, dejando al mismo aguardar junto a su almohada. Permaneci贸 oyendo una de sus piezas favoritas de Bach mientras observaba el cielo oscurecido que se pod铆a apreciar por la ventana entreabierta cuando las cortinas ondeaban.

Sonri贸 al pensar en que su pareja era ego铆sta, o desconsiderado, como 茅l solo al dejarla esperando mientras la ignoraba ol铆mpicamente estando a unos pocos pasos de distancia. Pero 茅so lo hac铆a 煤nicamente en favor de Hades y por ello Pandora lo adoraba todav铆a m谩s, porque compart铆an el mismo amor hacia su jefe.

—No ser谩 un problema, se帽or —Radamantis dej贸 con cuidado el l谩piz sobre la hoja de papel para luego asentir, como si su interlocutor pudiese verlo—. Estar谩 arreglado para primera hora, descanse.

Pandora aguantaba la risa mordiendo el interior de su mejilla derecha cuando su pareja volte贸 a verla, regresando sobre ella su atenci贸n. El rubio parpade贸 un par de veces como si algo estuviese fuera de lugar; regres贸 su vista al papel y nuevamente a Pandora, antes de suspirar. La mujer se incorpor贸.

—Disculpa… —pidi贸 茅l, dejando su tel茅fono sobre el escritorio.

—¿Qu茅 olvid贸 pedirme? —inquiri贸 ella en cambio, se帽alando con una mano para que su pareja se acercase. Su manera de expresarse debi贸 resultar divertida para Radamantis, pues 茅l intent贸 cubrir su sonrisa tras una tos fingida.

—Quiere que aumente la seguridad para la reuni贸n. Un par de hombres... Sensores y c谩maras extra en los jardines.

Dud贸 al decir aquello 煤ltimo, pues seguro el rubio no ten铆a idea de c贸mo podr铆a pedir permiso al recinto all谩 en Lyon para que instalasen nuevos sistemas de seguridad antes de que ellos y sus invitados llegasen. Lo cierto es que era cuesti贸n de realizar cuatro o cinco llamadas y un par de transacciones adicionales, ambas cosas que no resultaban ser el punto fuerte del guardaespaldas.

—En verdad est谩 emocionado por el encuentro —Coment贸 ella. Cuando Radamantis se sent贸 al borde de la cama, Pandora estir贸 un brazo y lo inst贸 a verla cara a cara—. Terminemos con lo nuestro primero y luego nos encargamos de los arreglos juntos, ¿s铆?

El hombre sonri贸 como si esas palabras le hubiesen quitado un enorme peso de encima y se inclin贸 para volver a besar a la mujer. Pandora se dej贸 caer despacio sobre la almohada nuevamente y se asegur贸 de llevar consigo a su compa帽ero, aferrando sus hombros de manera en que no pudiera volver a escaparse.


french suite no.3
(Posteado originalmente en FF)

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